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| Reportaje | Relato del horror |

Diario de un leonés en el infierno nazi

Edilesa publica «Mi vida en los campos de la muerte nazis», las escalofriantes memorias que el minero Prisciliano García Gaitero escribió en la cama de un hospital antes de morir

Prisciliano García Gaitero (de pie), junto a Apolonio Muñoz

León

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Escribió para no olvidar. El leonés Prisciliano García Gaitero (Carbajal de Fuentes, 1910) quisó contar su paso por el infierno. Poner palabras a la tortura, al horror infinito... Edilesa publica ahora el diario de esterepublicano que emigró a Asturias para trabajar en la mina -revisado párrafo a párrafo por el profesor leonés José Luis Gavilanes Laso-, bajo el título Mi vida en los campos de la muerte nazis; unas memorias que ven la luz acompañadas por la reproducción facsímil del cuaderno en el que García Gaitero cuenta, como testigo privilegado, uno de los períodos más cruentos de la historia reciente. Tras sobrevivir a Mauthausen, Gusen y Dachau falleció prematuramente a los 39 años, a consecuencia de una tuberculosis ósea contraída en los campos de concentración. Conocemos ahora la vida de este republicano, que fue picador en una mina de Asturias, porque su propia madre trajo a España, escondidas entre sus ropas, las página que escribió, convaleciente, en un hospital de las afueras de París. Enfermo en la cama del sanatorio acometió la difícil tarea de redactar cinco años de torturas: «Me robaron cinco años de juventud y probablemente hayan adelantado mi muerte unos cuantos años, pero me quitaron algo aún más preciado: la personalidad». Cuenta Prisciliano García que tras su liberación, al llegar al hotel Lutecia de París, cuando le preguntaron su nombre respondió: « Drei, acht, acht, fünf, sieben (tres, ocho, ocho, cinco, siete) -el número que le marcaron sus verdugos en Dachau-. Una historia tan terrible que el propio protagonista, en las primeras líneas de su diario, aclara: «Amigos lectores, aunque os parezca exagerado todo lo que vais a leer en este pequeño libro, es historia verdadera de una vida que discurrió durante cinco interminables años en los campos de exterminio nazis. Sabed que no os miento en lo más mínimo». Gavilanes Laso reconoce haber sentido el dolor de aquel hombre al leer sobre la muerte de un amigo de encierro o al conocer que el propio Prisciliano estuvo al borde del crematorio en un momento en que se le creyó muerto. García Gaitero realiza un fantástico ejercicio de memoria para dar cuenta de todos los españoles que fue conociendo en los campos de concentración, con el fin de que sus familias sepan si finalmente sobrevievieron. Peor el hambre que la muerte El prisionero leonés explica en su libro cómo la muerte era un hecho cotidiano y que, en la mente de aquellos «esclavos», lo que tenía «verdadera importancia era tener alguna cosa que comer». «Hambruna contumaz y despiadada que te roe las entrañas, que te muerde y destroza los tejidos como un perro rabioso, que te agujerea la carne y te taladra los huesos, que te provoca espasmos y alucinaciones (...). En esta vida no hay nada que sea más obsceno y, a la vez, más listo y desvergonzado que el hambre. Es capaz de quitarle al hombre la honradez, la vergüenza, la dignidad». Tras el estremecedor relato de García Gaitero, Gavilanes Laso añade la biografía de los 25 leoneses deportados y fallecidos en campos de exterminio, la mayoría en Mauthausen. Prisciliano García Gaitero fue enterrado en el cementerio de Fontenay-sous-Bois y en su lápida puede leerse: Mort pour la France.

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