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Órganos interruptus

Un inesperado corte eléctrico del órgano de la Catedral casi suspende el concierto de González Uriol y Javier Artigas

José Luis González Uriol y Javier Artigas

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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El numeroso público reunido en la Catedral comenzaba a disfrutar con los acordes espectaculares que los organistas José Luis González Uriol y Javier Artigas estaban arrancando al instrumento. En atril la primera de las obras de la noche correspondiente a J.S Marsh, titulada Haendel Grand Coronation Anthem, una pieza que comienza con un espectacular juego de registros. Todo era recogimiento y expectación, algo a lo que contribuyeron de manera decisiva las dos grandes pantallas de vídeo colocadas en el coro y en la nave del lado de la epístola. Un acierto que ya resaltamos el pasado año porque ayuda de manera especial a los espectadores cuando se trata de conciertos de órgano, al poder seguirse con detalle los movimientos de las manos, los dedos y el pedalier,  un fino trabajo de Fernando Arce, que hace de estos conciertos un auténtico deleite para la vista. De repente, y tras un espectacular ataque de las cuatro manos sobre el teclado, el sonido se esfumó como por ensalmo. Miradas sorprendida entre los intérpretes y llegada apresurada de Samuel Rubio al lugar de autos. Con gran profesionalidad y mientras el director del Festival se disponía a encontrar la avería a la que estaba muy acostumbrado, Daniel, el sacristán, se encaramaba a lo alto del órgano en busca del interruptor que volviera a dar energía a las trasmisiones eléctricas. Entretanto, Javier Artigas explicaba los pormenores del concierto que, en principio, íbamos a escuchar y se disponía a seguir explicando otras características de su estructura, cuando una nota subrepticia se escuchó. Samuel en el teclado insistió sobre la misma y de pronto volvió el sonido ante la satisfacción y la sorpresa de los asistentes, algunos de los cuales había gritado: ¡Samuel, no lo arregles, que compren uno nuevo!. Aplausos. Por fin las aguas volvieron a su cauce y pudimos disfrutar de un hermoso concierto interpretado por dos excelentes organistas. Lo peor de todo es que los cables eléctricos de las trasmisione están pelados y el peligro de un cortocircuito es inminente, siendo el coro el primero que caería pasto de las llamas. Y que un servidor sepa, ni un extintor se guarda en sus cercanías...

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