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Miembro de la generación de los «Jóvenes airados», las relaciones de poder lo han obsesionado

El polifacético autor inglés Harold Pinter, premio Nobel de Literatura

Es autor de casi treinta obras teatrales y de una veintena de guiones cinematográficos

Publicado por
agencias | madrid
León

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El Premio Nobel de Literatura le llega a Harold Pinter -uno de los representantes de la llamada generación británica de los Angry Young Men (Jóvenes airados), de los años sesenta- cuando prácticamente ha dejado el teatro y lucha contra un cáncer de esófago que le fue diagnosticado en 2002. En Pinter, la Academia Sueca premia al representante de una generación en la que se encuadran igualmente John Osborne, autor de Mirando hacia atrás con ira , que dio nombre al grupo, o Arnold Wesker ( La cocina ). Recién cumplidos los 75 años y después de veintinueve piezas teatrales, entre ellas algunas tan famosas como La fiesta de cumpleaños , The Caretaker o Viejos tiempos , así como varios guiones de cine, entre ellos algunos para Joseph Losey, Pinter se confesaba últimamente agotado. «Creo que he dejado de escribir teatro... Llevo escritas ya veintinueve obras. ¿Acaso no es suficiente?«, se preguntaba recientemente con motivo del estreno de una pieza de radio con música de James Clarke, titulado Voces , emitida este mes por la BBC el día de su cumpleaños. En ella, Pinter utilizaba elementos de cinco de sus últimas obras: One for the Road , Mountain Language ( Lenguaje de la montaña ), The New World Order ( El nuevo orden mundial ), Party Time ( Tiempo de fiesta ) y Ashes to Ashes ( Polvo eres ). Relación verdugo-víctima Todas ellas tienen en común la que ha sido siempre su preocupación por la relación de poder entre el verdugo y la víctima, el torturador y el torturado, el dueño y el esclavo. Aunque últimamente haya sustituido el teatro por el panfleto político -se ha referido a Irak como «un acto premeditado de asesinato de masas» o a los Estados Unidos, de George W. Bush, como «un monstruo descontrolado»-, Harold Pinter ha sido siempre un escritor político. Incluso en las llamadas «obras de la memoria», como Paisaje (1968), Viejos tiempos (1971), Tierra de nadie o Traición (1978), la memoria funciona como un arma más en las relaciones de poder, que hace aún más agudo el aislamiento de los personajes.

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