Diario de León
Publicado por
MIGUEL ÁNGEL NEPOMUCENO
León

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HACE muchos pero que muchos años que un servidor no ha visto una buena versión de Madama Butterfly al menos no desde el año 1972 y para seguir la racha la del pasado lunes en el Teatro Emperador, tampoco. Ofrecida por la compañía de la Ópera de Odesa en una de las versiones más cutres, decadentes y desafinadas que recuerdo, tuvo en la orquesta su peor baza. Reducida a la mínima expresión con el fin de que cupiera en el exiguo foso, no dieron desde el comienzo una nota afinada, especialmente el viento, y la cuerda sonó como serruchos mal aceitados. Las entradas a los cantantes, a destiempo, las dinámicas sobredimensionadas para suplir la pobreza instrumental y en los tutti, las voces quedaban sepultadas en la cavernosidad del escenario. Sin un subtitulaje que llevarse a los ojos, los espectadores que acudieron por primera vez a la ópera se fueron como habían entrado, in albis. Los decorados únicos para los tres actos, se basaron en una esquemática y cutre casa japonesa en lo alto de una colina (?), y una pintura de la bocana de la bahía de Nagasaky o algo así. Las voces pobres y descolocadas y la puesta en escena de una tediosidad a toda prueba. La regia careció de imaginación, y el estatismo en los protagonistas masculinos fue demasiado notorio. Los coros femeninos hicieron lo que mejor pudieron y aguantaron el desafortunado acompañamiento de orquesta. En cuanto a las voces protagonistas, la Butterfly (soprano ligera) no pudo mantener la línea de canto en algunos pasajes y su esperada «un bel di vedremo» resultó falto de lirismo de «squillo» y de expresividad, plano cual «tabula rasa». Pinkerton, un tenor de escasas dotes tanto artísticas como canoras, cantó apoyándose únicamente en sus agudos, por cierto bastante descolocados y calantes. La zona de paso inexistente y tanto el centro como el registro grave deficiente y cortos. Sharpless, un barítono que sólo basó su canto en la potencia. Burdo y sin clase se limitó a volcar su voz sin control. La Susuky, penosa. Con una voz de mezo desdoblada, vocalidad nula y expresividad monótona y falta de credibilidad. Goro bien y el Bonzo, esperpéntico. La deliciosa niña que hizo de hija de Butterfly fue la más natural de todos. En fin, una Butterfly que a buen seguro hizo removerse a Puccini en su tumba de Torre del Lago.

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