Bayo traslada su caballete al Musac
El artista madrileño retrata a aquellos visitantes de la exposición «Sujeto» dispuestos a posar durante 30 minutos
Magia sin truco. Eso es el arte para el pintor madrileño, Jorge Bayo, que desde ayer hasta el 6 de noviembre traslada su estudio al Museo de Arte Contemporáneo de León (Musac) para continuar con su proyecto personal, Pinturas como nosotros, que tomó forma a mediados del 2004 en el Teatro de Madrid con motivo de la celebración del Festival de Danza en el que el retratista trataba, a través de sus obras, de contraponer el inmovilismo del alma y movimiento del cuerpo del sujeto. En esta ocasión y con la única ayuda del un caballete, pinceles, pinturas y, lo más importante, un modelo dispuesto a permanecer inmóvil ante el artista durante 30 minutos, extrae su alma en una relación de reciprocidad con sus semejantes. Estos son los pasos que emplea el artista para realizar los retratos al óleo expuestos sobre las paredes del Musac, que forman parte de la de la muestra Sujeto, cuyo comisario es el director de este centro, Rafael Doctor, y que podrán verse hasta el 6 de diciembre, son «sencillos» en palabras del artista. «Lo primero es elegir a la persona que amablemente se quiere situar ante mis ojos. Después elaboro una construcción general sobre la que perfilaré las líneas del retratado. Tras el resultado procuro no mirar la cara de quienes me observan, ni del modelo porque la obra es mía, no trato de complacer a nadie», precisa Bayo, quien asegura que «como podéis ver no son sólo retratos, son pinturas de personas que adquieren vida. Una vida que procede de la propia pintura: del trazo, del color, del equilibrio». «Empecé a hacer retratos porque me veía muy torpe pintando y quería aprender. Pensaba que era la disciplina más difícil y que si conseguía no sólo el parecido, que después de todo es mucho menos complicado de lo que se cree, sino además insuflarle esa vida a la pintura ya lo tendría todo ganado. Quería hacer pinturas tan buenas que pudieran gustarle a cualquiera. El género del retrato ha dado de comer a mucho pintor de dudoso oficio y la consecuencia es... bueno. Pero yo no soy un pintor cualquiera», explicó Jorge Bayo. Del ojo a la mano Bayo confiesa que desconoce el tiempo que empleará en terminar el proyecto en el que se embarcó hace un año, Pinturas como nosotros, del que ya cuenta con 50 retratos, más de 20 expuestos en el Musac, pero está seguro de que no lo abandonará hasta que logre retratar a una persona con la que no se pueda comunicar, ya que, según el autor madrileño, «las palabras entorpecen el resultado creando estereotipos que oscurecen mi labor y enturbian el resultado final de una obra de arte». «Normalmente intento pintar lo más rápido que puedo. Procuro no someter a mis modelos a largas sesiones, aunque tampoco me gusta comprometerme en un plazo porque es tentar a la suerte. Pero hay otro motivo por el que procuro pintar ágilmente y es que me gusta hacerlo de forma que pueda sorprenderme por las cosas que me salen sin calcularlo. Me gusta dejarme pintar como si supiera hacerlo mejor de lo que realmente sé. De ese modo he de concentrarme totalmente y poner todos los sentidos en lo que estoy haciendo. Es así como más disfruto», reconoció el retratista madrileño.