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Publicado por
MIGUEL ÁNGEL NEPOMUCENO
León

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TRAS LA diatriba sobre la suplantación del nombre de Virtuosos de Moscú por un cuarteto «fundador», del cual cayó su primer violín Arkady Futer, que nunca, según certificado de la representante del grupo genuino, figuró que tocaría en León ya que había abandonado la formación hace unos años, el concierto se celebró, siendo Arkady sustituido por otro violinista cuyo nombre, como ya es habitual en este Auditorio, no se dio a conocer en momento alguno, ni en las taquillas, ni por megafonía, para conocimiento del público, manteniéndose en los programas el del prestigioso violinista Futer. El «desconocido» se camufló, como segundo violín, entre el resto de los músicos con el fin de salvar una actuación que no hubiera presentado ningún problema si desde el primer momento se hubiera dejado a un lado la cabezonería de querer mantener un nombre que se sabía era ilegal. Cualquier otra justificación por querer vender lo invendible, no tiene mucho sentido a no ser que el asunto se quiera convertir en cuestión de estado o dicho de forma más castiza: de pelotas. Con el aforo casi al completo, se celebró el concierto de los tres «fundadores», el suplente y el solista de guitarra Sergio Meneghello. La afinación que siempre han presentado estos tres antiguos Virtuosos, es ya legendaria y en el concierto que ofrecieron en el Auditorio volvieron a mostrarla en toda su plenitud. Tanto el Divertimento nº1 de Mozart como en el Trío de Schubert, Zeganov, Suliga y Milman estuvieron a la altura de los grandes y bordaron cada obra con un sonido aterciopelado, limpio y extremadamente afinado. Meneghello mantuvo un buen nivel en ambos Quintetos bocherinianos, y aunque con leves desajustes sen el Quinteto en Re Mayor, logró una solvente actuación no exenta de momentos atractivos en el Andantino lento del Quinteto en Sol y en el precioso y conocido Fandango del final con la intérprete de castañuelas Carina La Debla, magnífica en su breve ejecución de una pieza que mantiene intacta esa frescura innata con la que Bocherini supo dotarla. El resto, tanto el Minueto en Re, con ese inmaculado sólo de violín de Zeganov, como el Trío en Si de Schubert fueron sendos regalos de un grupo que siempre ha tocado magníficamente y que por problemas ajenos al arte se ven involucrados en actuaciones que manchan su nombre.