| Crítica | Arte |
Poesía pictórica en un otoño dorado
El artista leonés Seve Trapiello expone una colección de óleos, en la que destacan sus paisajes otañales, una peculiar visión de los misterios del bosque, en la Sala Bernesga
Una flor enigmática que llegó con una carta de amor, un bote de lapiceros olvidados, un pájaro perdido que busca el confortable refugio de la jaula, una monte profundo y silencioso teñido de otoño¿ y una ciudad vista a vuelo de pájaro, contemplada desde los cercanos altos de La Sobarriba. En definitiva, poesía plástica, versos escritos sobre un lienzo sin renglones, pintura de verdad en la que Trapiello, Seve Trapiello (Manzaneda del Torío, 1954) se muestra como el pintor maduro que es. En este 2005, en el que Seve ha realizado ya una gran exposición en el Palacio de Don Gutierre, el artista celebra las bodas de plata de sus primeras exposiciones, y lo hace presentando en la sala de arte Bernesga, un estupendo resumen de su quehacer artístico. Su exposición de este verano hacía presagiar que el pintor leonés caminaba por nuevos derroteros, que cada vez tenía más alejada de su horizonte la figuración, que poco a poco una acogedora niebla llevaba sus paisajes hacia una ensoñación informalista. Pero fue solamente un espejismo, o por mejor decir, un oasis en su larga travesía. Hoy podemos contemplar de nuevo esos maravillosos versos pictóricos tan llenos de ingenuidad como los escritos de Juan Ramón, pero también pletóricos de sugerencias. Nos hablan del silencio, de lo solos que se quedan muchas veces los rincones del hogar, de las muchas historias que pueden surgir de la contemplación de una fotografía olvidada al lado de una flor que se resiste a marchitarse. Sus cuadros, sus pequeños cuadros, son como capítulos de la larga novela de la vida, una saga a la que llegamos a través de los colores porque Seve es hombre de pocas palabras, su verbo reside en esos pinceles que vuelan con maestría sobre un lienzo que nunca quedará en blanco. Quizá lo más hermoso de esta exposición sean tres paisajes otoñales, tres visiones robadas ahora mismo a la naturaleza, en los que Seve Trapiello, con enorme sencillez, nos ofrece su visión peculiar de los misterios del bosque. En estas pinturas se intuye que detrás de los troncos de los árboles puede haber todo un ejercito de duendes, toda una civilización mágica que nunca podremos conocer, pero que ahí está haciendo vibrar con su música el silencio del dorado atardecer. Y que decir de sus vuelos sobre la vieja ciudad, sobre esos tejados inventados que son también amparadores de vivencias escondidas. En estos cuadros la ciudad despierta suavemente mientras la catedral, esplendorosamente blanca, vigila. Y Seve Trapiello continúa su periplo, dentro de unos días volará de nuevo a México, donde sus obras, cocidas ya desde hace muchos años, son esperadas siempre con gran expectación Lugar: Galería Bernesga (Roa de la Vega, 8). Horario: de lunes a viernes, de 12.00 a 13.30 y de 18.00 a 21.00; sábados, de 12.00 a 14.00 y de 19.00 a 21.00.