INTERFERENCIAS
Serie belga
COMO la oferta de series televisivas, oscilan entre una cierta inflacción de producciones españolas a la par con sus homólogas norteamericanas, de mejor acabado y factura, que Cuatro se haya anota a una belga en su prime time, le aporta un incuestionable plus de curiosidad. La titulan Matrioshki y durará diez episodios. Abrieron el martes con los dos primeros de una tacada. No estamos ante la octava maravilla ni sus promotores nos descubren la pólvora, pero su dignidad formal está fuera de toda duda. Tiene a su favor un reparto de rostros inéditos que ayudan a la credibilidad de un asunto que va de trata de blancas filmado en exteriores de Lituania, Chipre y Bélgica, lo cual indica una cierta ambición. Va de diez chicas reclutadas bajo falsas promesas de trabajo artístico en Bélgica, cuando en realidad es para ejercer de strippers y de prostitutas. Hay una organización criminal, con ramificaciones en la policía, un periodista intrépido, en fin, nada que no hayamos visto en docenas de filmes, pero al optar por un toque realista, Matrioshki cae bien. Simplista en el diseño de personajes, luce un look muy alejado del glamour de los seriales norteamericanos, capaces de sacar «bonito» el callejón más sórdido de una gran ciudad. La serie arrancó brutalmente. En plena noche bajan de un coche a dos chicas y les disparan en la nuca. El resto, los martes.