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José Saramago: «Soy un viejo que tiene la suerte de valerse por sí mismo»

Publicado por
Tomás García Yebra - león
León

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¿Qué le ocurriría a la humanidad si no se pudiese morir? Con este interrogante arranca Las intermitencias de la muerte (Alfaguara), última novela de José Saramago, una historia en la que el Premio Nobel portugués hace un canto a lo efímero de la existencia. «Yo no creo en Dios, pero esa circunstancia, que es culpa mía, no me resta un ápice de ilusión para procurar hacer mi trabajo lo mejor que sé». Ateo, viejo y sentimental. Así se definió un escéptico y vitalista Saramago durante una videoconferencia realizada desde el Instituto Cervantes de Lisboa. «¿Anciano? Dentro de unos días voy a cumplir 83 años. No soy un anciano ni un señor mayor. Soy un viejo», aseveró. «Lo que ocurre es que tengo la suerte de que soy un viejo que, por el momento, se vale por sí mismo». Anhelo de perpetuarse Con un tono serio, aunque no exento de ironía, Saramago dijo no entender ese anhelo de la humanidad por perpetuarse más allá de la muerte. «Lo de ver a Dios eternamente está bien como fábula y loable para los que poseen una inquebrantable fe, pero no creo que sea real», comentó. «En nuestra galaxia hay 200.000 millones de estrellas y nosotros somos una de ellas. Es demasiada arrogancia por nuestra parte pensar que hay un Dios infinito que piensa en todos nosotros. El Universo no sabe que existimos. Le da igual que haya una estrella de más o de menos». Si con Dios -y con el Universo- mantiene una relación más bien fría, con los hombres procura ser humilde, comprensivo y afectuoso. «Puedo ser muy irónico, incluso ácido, cuando hablo del poder y de sus instituciones, pero nunca lo soy con un semejante; la ironía en el tú a tú es el resultado de una supuesta superioridad del que se muestra irónico y yo no lo acepto».