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LA NOSTALGIA es delicada. Se acercan los 30 años de la muerte del Dictador y de la coronación de Juan Carlos I. Negarlo sería necedad y la televisión tira de filón, aunque depende, claro. Del enfoque. El Telediario de TVE emite desde el lunes unas piezas breves que intentan recordar las cosas de la dictadura. Obviamente con intención crítica, sobre todo de cara a las nuevas generaciones, quizá tentadas a deslumbrarse con aquella parafernalia que ahora fulanos espabilados promueven entre los jóvenes. De eso se ocupó Mercedes Milá en Diario de¿ bajo el título Los herederos del franquismo, un reportaje que puso los pelos como escarpias. De hecho, y aún admitiendo que la democracia es generosa con las libertades, lo mostrado por Milá debiera mover a reflexión y a la intervención. Aquí no llegó todavía la moda de los telepredicadores, pero lo visto y escuchado a varios agitadores con megáfono, no es para tomarse a broma. Las imágenes del reportaje, con señoras y señores de un crispado al límite del esperpento, soltando disparates en pleno 2005, dan ganas de meterse en la cama, cubrirse con la manta y aislarse del exterior. Mercedes hizo bien en remover la llaga (lástima ese estilo mareante que en pocos años convertirá en antigualla a Diario de¿ ), y no estaría de menos que alguien se tomara en serio aquello del huevo de la serpiente.