30 años

AUNQUE ayer los informativos recogieron breves imágenes sobre quienes todavía añoran a Franco tres décadas después, en general el ejercicio de memoria histórica provocado por el 20-N tuvo otro cariz al recordar la trascendencia de aquel 20 de noviembre de 1975, con la muerte del Dictador y el paso a la Monarquía en la figura de Juan Carlos I. Imágenes, opiniones e incluso análisis de encuestas, se combinaron estos días ante una audiencia en buena parte nacida y medrada en democracia. Si añadimos que los tiempos se aceleran una barbaridad, devorándolo todo a su paso, eso de recordar la historia para mirar sus errores, vino al cuento. En la madrugada del sábado al domingo, La noche temática (La 2) emitió un genérico La cruel posguerra para ofrecer tres documentales que habrían merecido prime time durante la semana. Se centraban en las dramáticas consecuencias de la Guerra Civil promovida por el mismo Franco que añoran algunos nostálgicos. Los niños perdidos del franquismo , sobre la desaparición de hijos de republicanos o nacidos en la cárcel. La República de los maestros o la tremenda represión sobre los maestros fieles a la modélica Institución Libre de Enseñanza. Las fosas del olvido , en torno al proceso de apertura de las más de 800 fosas comunes, con más de 30.000 personas, en su mayoría republicanas, todavía enterradas. Que los reemitan.