Pintor
«Pinto con el corazón»
El artista cordobés ya obtuvo una mención de honor en la edición del Premio de Pintura Diario de León del año pasado
Francisco Rafael Escalera González (Córdoba, 1965) no ha pisado León desde que hizo la mili, hace veinte años, en El Ferral. Confiesa que no es el típico andaluz. Ni siquiera sabe bailar sevillanas y, curiosamente, en su tierra consideran que su pintura es «muy del Norte». El premio le pilla «descolocado». Reconoce que decidió presentarse después de que el año pasado le concieran una mención de honor. Pero este es su año de suerte. Acaba de ser finalista del prestigioso premio de pintura BMW. Actualmente expone su obra en la galería Durán de Madrid. -¿Qué puede contar de «Paisaje rural XXXII» con la que ha gando el Premio Diario de León? -En ella el paisaje es un pretexto para analizar las formas geométricas que conviven en nuestro entorno. Utilizo el paisaje como elemento descriptivo. Esta obra pertenece a una serie que empecé en el 2002, en la que analizo el diálogo entre color y formas. Tras la parte realista del paisaje hay un trasfondo metafísico. -En el cuadro hay dos grandes espacios marcados por el horizonte y el asfalto... -Son la metáfora de la soledad del ser humano en el entorno; y del silencio como emoción ante la contemplación de estructuras hechas por el ser humano. -Pero en la obra el ser humano está ausente... -A veces el ser humano lo utilizo como referente pictórico, al estilo del realismo americano de principios de siglo o la pintura metafísica de Chirico. -¿Cuáles son sus influencias? -No tengo prejuicios. Me interesa el arte abstracto. Uno de mis favoritos es Rothko. -¿Y españoles? -Aunque soy andaluz dicen que hago una pintura muy castellana. Me gusta, Martínez Novillo y los clásicos, desde Velázquez a la serie negra de Goya. -¿Cuántas exposiciones ha hecho hasta la fecha? -Doce individuales. Pinto desde el 92, aunque vivo de la pintura desde hace seis años, lo cual es muy complicado. -¿Por qué titula la obra «paisaje rural» si se ve una gasolinera? -La gasolinera no se ve, sólo se intuye por un símbolo. Está en medio de una autopista, en medio de la nada. Me interesa esa dualidad del ser humano como constructor-destructor de espacios. -¿Es una pintura de corazón? -Sí. Reivindico a León Díaz Ronda, que decía que «la verdad y la realidad no son sinónimas». Y que «la composición de una imagen posee matemáticas intuitivas». Siempre pinto con el corazón. Mi pintura es fruto de una reflexión interior. Es una pintura hecha desde dentro; otra cosa es que conecte o no con el público.