Mileuristas
LOS MILEURISTAS somos gente de «todo a cien». Reconducimos como sea nuestra preparación, nuestros estudios, nuestros idiomas a las necesidades del mercado. Abogados, historiadores, arquitectos acabamos desarrollando las más variopintas profesiones. Y no sólo eso, sino que además amoldamos nuestra residencia, las necesidades de nuestra siempre futura familia y las raíces que tiran, a la oferta menos desasosegante. Todo ello por este módico precio. Sí, señora, igual que nos vale con un cortaúñas que no estamos seguros de si nos hará sangrar pero es que en la mercería son trescientas ( uno con ochenta en euros, lo digo de memoria, o sea que se me permita el fallo ) y en las tiendas que tienen de todo lo pillas más barato, así se va apañando el mercado laboral con nosotros. Y lo peor es que nuestro coste es inferior al precio más bajo y nuestra calidad superior a toda la oferta. Extraña paradoja. La verdad es que queda en nuestra periferia el sushi, los paradores ( excepto algunas ofertas de fin de semana si nos privamos de pequeños placeres durante tres meses y ahorramos un poco ); invitar a la novia cuando nos lo pide el cuerpo; dormir en un hotel, aunque sea un bed & breakfast, cuando vamos a Londres, y no en una habitación compartida con otros dos, por lo menos, de un albergue para jóvenes, dónde todo el sexo se reduce a un lascivo cruce de miradas y un abrazo cuando los otros se han ido, no vaya a ser que lleguen de repente porque se han olvidado el mapa. ¡Ah! se me olvidaba que el cine ya no es una solución. A seis euros, cada uno tiene que pagar su entrada y eso, joder, es cutre. Y el día de tirarlo todo por la ventana, si es con cena, tiene que ser un big mac. Que la realidad se nos va de precio. Ahora, señora, le aseguro que detrás de todo esto siempre hay una sonrisa y, qué coño, tampoco crea que es para tanto. Nadie nos priva de unas copas, de jugar al escondite con nuestros sueños. Siempre se acuesta uno pensando que todo el esfuerzo mereció la pena y que las cosas poco a poco se irán ajustando. Llegará un coche mejor, los noes se convertirán finalmente en síes. Lo sabemos. Como sabemos que para vosotros tampoco fue fácil y, sin embargo, aceptamos con alegría vuestro regalo, con la ilusión intacta y las fuerzas renovadas para volver de nuevo a la carga, con toda la fuerza, esperando cada día mejores noticias. El mundo, no se sabe aún a qué precio, será también nuestro.