Lindsay Kemp conquista León con el espíritu de Elizabeth I

Tras haberse dedicado durante al último lustro a la dirección de óperas y ballets, Lindsay Kemp representó ayer en León la obra Elizabeth I , una producción propia que compagina el teatro, la danza y los medios audiovisuales para poner en escena un cuento fantástico que sigue la línea de los espectáculos que le han hecho famoso. Elizabeth I, El último baile presenta a una reina que afronta sus últimos días de vida atribulada por las alucinaciones postreras, la enfermedad y la nostalgia solitaria, mientras que el subtítulo hace referencia a la petición que formuló la soberana en esos momentos para que sonara la música con la que ella ejecutaba unos pasos de baile «como para alejar a la muerte», según apunta el propio Kemp. Ese momento que, en realidad, es una invitación a bailar cada baile como si fuera el último y como si se tratase de un mensaje para animar a vivir la vida hasta el fondo, enmarca un espectáculo que tiene como base los sueños de una reina singular que permaneció en el trono entre 1558 y 1603. Durante ese período, Elisabeth I afrontó un momento histórico tumultuoso, tanto por el hecho de reinar en un mundo dominado por los hombres como desde el punto de vista político o el religioso, y porque «simboliza una edad de oro cultural para Inglaterra, porque con ella se produjo un florecer de las artes», apunta el director. Esta puesta en escena que alterna momentos verdaderos de la vida de la reina con otros elementos fantásticos surgidos de la imaginación de Kemp, como el encuentro entre la reina Elisabeth y María Estuardo, que no ocurrió en la vida real, presenta la vida de una gran líder en plena agonía y que incluye momentos como aquél en el que la reina quedó inmovilizada «durante catorce horas con un dedo en la boca».