Los norteamericanos Fastball arremeten contra la política de Bush

Resulta, por lo menos, llamativo convocar una rueda de prensa cuando se tiene tan poco que decir. Pese a gozar de cierta popularidad en Estados Unidos, su lugar de nacimiento y residencia, los integrantes de la banda Fastball mostraron ayer en León unos ademanes de estrella que no se corresponden con su estatus en nuestro país. Un territorio del que aseguraron, con absoluta tranquilidad y entre risas, desconocerlo todo; ni su música, ni su arte, ni su geografía..., nada. Su infancia y adolescencia en Texas y California, marcadas por una banda sonora en la que se mezclaban los mariachis, The Who, The Rolling Stones, la música disco y el heavy metal, fueron rememoradas por unos músicos, en poco estado de gracia verbal horas antes de su actuación, que lograron su máxima proyección artística en 1998 a bordo del álbum All the pain money can buy . Nominados a los Grammy Un triunfo arrollador -fueron nominados a los premios Grammy y colocaron dos singles en las listas de los discos más vendidos-, que se convirtió en un espejismo artístico cuando su distribuidora fue absorbida por una multinacional y decidieron retirarles todo el apoyo promocional. Pese a ello, Miles Zuñiga, Tony Scalzo y Joey Shuffield, mantienen en buena forma una trayectoria artística que les ha traído directamente al Purple Weekend, a miles de kilómetros de distancia de la nación que preside George Bush. «No somos fans suyos precisamente, no estamos de acuerdo con su política y seguramente le odiamos más que vosotros porque es nuestro representante sin haberlo votado. No nos gusta la imagen que está dando de Estados Unidos en el mundo, no se corresponde con la realidad. Es algo como lo que os pasó a vosotros con vuestro anterior presidente», manifestaron unos artistas a los que les falta mucho que aprender de la realidad social y económica mundial. «No tenemos problemas en Europa, la gente se porta muy bien con nosotros».