Diario de León

Paraísos cerca del cielo

La Real Filharmonía de Galicia, solistas y, en especial, el coro del Palau, brindaron una excelente lectura de «El Mesías»

Antoni Ros Marbá dirigió el concierto del Auditorio

Antoni Ros Marbá dirigió el concierto del Auditorio

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Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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De nuevo Caixa Galicia ha vuelto a acertar  con su tradicional concierto navideño trayendo hasta un Auditorio a rebosar a la Real Filharmonía de Galicia, el coro de Cámara del Palau, las voces de Joan Rodgers (soprano), Hilary Summers (contralto), David Wilson -Johnson (barítono) y Agustín Prunell Friend (tenor), y todos ellos a las órdenes de Antoni Ros Marbá. Aunque El Mesías sea a la Navidad como las burbujas al champán, no cabe duda de que la belleza de la música de una de las obras corales mejor entrelazadas, mejor, estructuradas y en especial mejor concebidas para atrapar a los oyentes más heterogéneos, continúa cada vez que se escucha, con mayor vigencia, especialmente por ese halo de ineluctabilidad y de carismáticas melodías que en ingente sucesión de recitativos, arias y corales no permiten respiro al oyente en las casi tres horas de lectura porque todo en ella es un torrente de expresividad, imaginación y creatividad musical salidas de la pluma de un compositor que cuando la escribió creía haber llegado al límite de sus facultades inventivas. Pero todas estas premisas anteriores no serían nada  si no estuvieran acompañadas por unas magnificas voces solistas, un coro empastado, y  un excelente director que como Ros Marbá soluciona de un plumazo todos estos inconvenientes al ser un perfecto conocedor de la obra haendeliana, con muchos Mesias a sus espaldas. Además de ser un perfeccionista en la dirección de voces, Marbá es un tremendo estilista, que garantiza que lo que vayamos a escuchar salido de su batuta es siempre de calidad. Buscando una  vía intermedia entre la tradición y la modernidad, Marbá se muestra siempre puntilloso, flexible y riguroso, sin importarle la galería ni el efectismo sino la sobriedad y las cosas bien hechas. El resultado el esperado. Apoyándose en un coro de una afinación absoluta como el del Palau, y unas voces frescas y perfectamente empastadas, cada intervención estuvo presidida por la precisión, la proyección y la matización más cuidadas. Tal vez pecó el maestro de leves desigualdades en los tempi, buscando acelerandos y retardandos que rompían un poco el equilibrio global como sucedió en el siempre esperado ¡Aleluya! . Espléndidas las voces de la soprano, una lírico ligera de clase, el barítono Joseph Miquel Ramon, el Don Quijote que hace poco escuchamos en el mismo Auditorio, profundo, potente, con dominio de sus partichelas y vocalidad más que sobrada para sus hermosas arias. La mezo, sobre la que recae la mayor parte del peso de la obra, presentó una vocalidad poco refinada pero cantó con solvencia sus preciosos solos. El tenor, algo engolado y más impostado, resolvió igualmente con expresividad cada una de sus intervenciones. La orquesta, en especial la cuerda excelente, muy bien el clave y el trompeta solista que pese a una leve pifia al final de su aria tocó son seguridad y convicción. En definitiva, un Mesías para recordar.

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