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Publicado por
JOSÉ MAGÍN GONZÁLEZ LAIZ
León

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DE LAS NUMEROSAS formas que tenemos para acercarnos a nuestro pasado común y a las tradiciones rurales ancestrales, y ya casi extintas, contamos en León con una de las más completas de la Península y pese a ello poco conocida. Se trata del Museo Etnográfico Benigno Eiriz, de Alija del Infantado, la célebre villa de los marinos conocida hasta 1960 como Alija de los Melones, vecina del río Órbigo. Guarda este museo una gran colección de piezas relacionadas con las labores agrícolas y ganaderas, considerada una de las más importantes de España, y en lo referente a yugos y ruedas de carro, quizá de Europa. En total son unos 5.500 objetos, recopilados durante toda una vida por el coruñés Benigno Eiriz, que compaginó su profesión de agente artístico con la de coleccionista para reunir una increíble muestra de aperos, útiles, maquinaria y objetos relacionados con el mundo rural. Tras muchos años intentando encontrar un lugar adecuado, encontró en el Ayuntamiento de Alija el valedor ideal para tan valioso patrimonio. El museo comparte dependencias con la Oficina de Turismo en una antigua casona característica de la comarca que cuenta con horno y dependencias que conservan todo el tipismo de la tierra junto a reveladoras muestras de la devoción religiosa. En julio de 2001 hubo una primera apertura del museo con visita guiada por el propio Eiriz, pero tras la muerte de éste, en mayo de 2003, cerró sus puertas hasta que a mediados de este mismo año 2005 el ayuntamiento procedió a su reapertura y promoción. En tan nutrida recopilación predominan elementos no sólo de la provincia de León, sino de otras varias e incluso de Portugal, como variopintos tipos de yugos, decorados muy ricamente y que se utilizaban en fiestas señaladas, ruedas originalísimas, carros, arados, cestos, cribas, trillos, mayales, trébedes... y una pintoresca colección de muñecas con trajes regionales de diferentes comarcas. Con la explicación didáctica de la actual guía, María del Carmen Álvarez, podemos seguir el recorrido en detalle y aprender o comprender la utilidad de los instrumentos expuestos, lo que para quienes hemos crecido en la ciudad significa descubrir un mundo nuevo y apasionante, la herencia de nuestros antepasados. Buena prueba del interés que ha despertado son las numerosas visitas que desde su reapertura se suceden todos los días. Y con impresiones sumamente elogiosas todas ellas.

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