Pagar la tele

NADIE se atreve a plantearlo por temor a un castigo electoral, pero en los países nórdicos las teles públicas cantan mejor que las del sur de Europa, campeonas del desafine, con España destacada. Por causa de la publicidad, que provoca contenidos triviales, promueve intereses bastardos y sumerge a las televisiones en el espinoso dilema de lo que son objetivos de servicio público y la necesidad de equilibrar cuentas con ingresos publicitarios. Con padecer a las cadenas privadas, que sólo miran a los beneficios, ya tenemos suficiente. Son las culpables de muchos males, y afirmarlo no es ponerse moralizante, que la libertad de expresión y contenidos es cosa distinta. Viene a cuento por la abusiva cantidad de anuncios emitidos estos días, La Primera también. La publicidad justifica determinados programas, sinónimo de nadería por mucho que se apele al entretenimiento y la diversión, un debate antiguo. Ojo, que la cultura, la divulgación y la polémica sana, también divierten y entretienen¿ En Finlandia, los usuarios de la pública pagan 165 euros año/hogar, que podrá sonar a disparate, pero su población no llega a 6 millones. Así, su televisión goza de mayor calidad y evita la nocividad. Como en España, la demografía es otra, quizá parezca llegada la hora de poner a TVE y a las autonómicas en manos de sus ciudadanos, dejando la telebasura (y la caja¿) a las otras. Pagaríamos calidad.