Merino: «'Textículo' es uno de los muchos nombres del microrrelato»

«El expreso Madrid-París ha aparecido esta madrugada en un pequeño apeadero extremeño, muy lejos de su ruta. Todo el convoy está vacío, desde la cabina de la máquina hasta la última litera, y se desconoce el paradero de las más de doscientas personas que viajaban en él. Tampoco se han encontrado sus equipajes. En los cristales de puertas y ventanas, en los espejos de los lavabos, en la superficie de las mesitas, con bolígrafo, con rotulador, con chocolate, muchas manos, ancianas, maduras, infantiles, han escrito la palabra Aldebarán». Qué mejor que uno de estos relatos superbreves (y superinquietantes) para expresar en qué terminos se desarrolló la presentación, ayer en el Club de Prensa del Diario de León, del libro Cuentos del libro de la noche (editorial Alfaguara) del escritor leonés José María Merino. El responsable del suplemento literario del periódico, Alfonso García, y el crítico literario Nicolás Miñambres leyeron en voz alta algunos de sus relatos y trazaron las líneas maestras de la potente -y muy condensada- literatura que se esconde en estas 167 páginas. A su vez, el propio autor leyó algunos cuentos más, con lo que todo el salón del Club participó del sugestivo ambiente de ensoñación, asombro e inesperados deselances que impregna a estos relatos. Alfonso García dijo del libro que constituía una auténtica «fiesta literaria», haciendo hincapié en la «enorme complejidad» de los microrrelatos, por contener cada uno de ellos, y pese a su brevedad, «todos los elementos de una obra literaria, destacando sobre todo la tensión dramática». También habló de la «belleza difícilmente superable» de estas narraciones y recordó que Merino, además de creador, «metamorfoseador de la realidad», es un gran conocedor de la historia del cuento y un verdadero «teórico» de la ficción, tema sobre el que ha escrito libros y ensayos. Por su parte, Nicolás Miñambres habló de un rasgo muy característico del escritor, negativo para muchas otras personas pero «fértil y creativo en el caso de Merino». En efecto, su «mal dormir» («tengo un mal dormir de libro», dice el autor) es fuente de creaciones teñidas de esa lucidez extraña que surge entre el sueño y la vigilia (en breve publicará el libro Tres semanas de mal dormir ). Miñambres también habló de la «variadísima fauna que puebla la obra» y las «sorpresas» que aguardan al lector en toda ella. Un género sin nombre José María Merino llamó la atención sobre el hecho de que, a pesar de que el relato corto es un género antiguo, el microrrelato es un género que aún no tiene nombre, «algunos le llaman mini-ficción o incluso textículo , dijo». El leonés habló de la estructura de su obra, que se hilvana en una noche, «desde las doce a las seis», y de las ilustraciones que lo acompañan, diseñadas por él mismo. Cuajó su intervención de diversas lecturas y aseguró que el microrrelato, por su enorme densidad, «espera mucho del lector, éste debe completar su sentido».