Diario de León

Escritor, director, cineasta y heredero de Pío Baroja

«A mi tío le han llamado hasta 'grosero buey vasco'»

El sobrino de Baroja no sabe si ha habido «mala fe» en el olvido del PNV y EA en el 50 aniversario de la muerte del escritor

Pío Caro Baroja con una antigua cámara fotográfica

Pío Caro Baroja con una antigua cámara fotográfica

Publicado por
Tomás García Yebra - madrid
León

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Cuando todavía resuena la polémica suscitada en la Diputación Foral de Guipúzcoa con motivo del supuesto boicot del Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna a Pío Baroja con motivo de los 50 años de su muerte, el escritor, editor, cineasta y heredero de todos bienes del novelista, Pío Caro Baroja, ha salido al paso para puntualizar algunos pormenores sobre el carácter del autor de El árbol de la ciencia y de su relación con la tierra que le vio nacer. -¿Qué ha ocurrido exactamente en la Diputación guipuzcoana? -No sé qué habrá podido ocurrir, porque los socialistas dicen una serie de cosas y los nacionalistas les responden con otras. No sé si la actitud del PNV de no incluir a mi tío en los actos conmemorativos del 2006 ha sido deliberada o producto de un despiste. En cualquier caso, este tipo de desencuentros viene de largo. -¿En qué consisten? -Todos los que pudieran estar implicados en este asunto, o la mayor parte de ellos, no han leído a Pío Baroja. A lo mejor ha habido mala fe, pero lo más probable es que haya sido ignorancia. Una persona que ha leído a Baroja sabe cómo ha descrito el País Vasco y, por tanto, no puede negarse a recordarle. -Hay textos de Pío Baroja, como el célebre «Momentum catastrophicum», muy críticos con el nacionalismo. -El carácter de la familia ha sido siempre muy abierto. No hemos tenido un carácter de campanario ni de iglesia. Como médico que fue, Pío Baroja estaba abierto a la ciencia y a todos los vientos que llegaban de Europa. Amaba las cosas locales y pequeñas, pero sabía abrir los ojos al mundo. Esto, unido a su insobornable individualismo, molestaba. A mí tío nunca le perdonaron su sinceridad. -Las críticas las recibía con humor. -Sí, claro, porque era inteligente. Le llamaron de todo, desde impío, clerófobo y deshonesto hasta grosero buey vasco. -¿Quedan muchos inéditos de Baroja por publicar? -Algunos. El año pasado salió La Guerra Civil en la frontera y este año verá la luz Las miserias de guerra, otro tomo de memorias relacionadas con aquella locura. Si le soy sincero, yo no hubiera publicado esos textos, pero los barojianos nos piden insistentemente que demos a la imprenta todo lo que escribió. -¿Por qué le gustaría no haberlos publicado? -No es bueno remover la Guerra Civil. Hay que tener mucho cuidado. Yo siempre repito que vivimos en un país peligroso. Si atizas las ascuas, enseguida salen a relucir los odios y las envidias. La Guerra Civil todavía colea en muchas familias. Y volver otra vez a meter el dedo en la llaga es un error. -¿Qué más queda? -Algunos relatos y breves ensayos que irán saliendo. ­-¿­Qué libros de Baroja recomendaría a los no iniciados? -Es difícil de precisar porque los gustos cambian con los años. Para abrir boca, Las noches del Buen Retiro, El árbol de la ciencia o El escuadrón del Brigante, con la que quise hacer una película, pero no encontré productor.

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