Diario de León

| Reportaje | Historia de un compromiso |

A la búsqueda de la continuidad

Aquella famosa campaña «Salvemos la Catedral» marcó el nacimiento de un equipo de profesionales cuya máxima y no satisfecha aspiración ha sido la de trabajar sin parones

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G. Fernández - león
León

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Ésta es la historia de un equipo de profesionales de la restauración cuya máxima aspiración -nunca satisfecha- ha sido la de poder trabajar sin parones forzosos. En todos estos años, la palabra continuidad ha sido repetidamente pronunciada, pero nunca puesta en práctica de manera real. La historia comienza con aquella recordada campaña Salvemos la Catedral , extraordinario ejemplo de movilización ciudadana en un León tan poco proclive a estas acciones solidarias. La voz de alarma sobre el deplorable estado del templo sonó más alta que nunca, y se amplió la concienciación social en torno a la necesidad de proteger, a largo plazo, el templo leonés y sobre todo su bien más preciado, único en el mundo, las vidrieras. Sólo después de la campaña, entre 1993 y 1995, se comenzó a elaborar el primer diagnóstico pormenorizado del estado de todos los vitrales catedralicios, una etapa en la que ya participaron los miembros del que después sería el Taller de Restauración. Reunión trascendental Fue en estos años cuando se fraguó el acuerdo: en una reunión a la postre trascendental, el por entonces obispo de León Antonio Vilaplana encargaba a Zurdo la rehabilitación urgente de las vidrieras que se encontraban en estado más grave. Para ello, el vitralista viajó por Alemania y por buena parte de Europa recabando, ante todo, metodología. La conclusión que sacó fue clara: al igual que las grandes catedrales europeas, León necesitaba un taller estable, que trabajara de manera continua. Desde entonces y hasta 1997, el equipo trabajó en la Catedral a través de un acuerdo entre el Cabildo y la asociación cultural Concale. En 1996, además, se recibe un importante apoyo económico del Banco Europeo de Inversiones (BEI), se conceden becas de formación y se habilita un amplio espacio del Seminario Mayor para acoger el Taller. Entre mediados de los noventa y el año 2001 se continúa trabajando pero con parones, siempre a merced de sucesivos y puntuales convenios entre Cabildo y administración (había ocasiones en las que eran más largos los períodos de inactividad que los de trabajo). En 2001 también surgió la polémica por la denuncia de Zurdo acerca de las precarias condiciones en las que se desarrollaba el trabajo del taller. Dos años después se firmaba el último convenio antes del rubricado este pasado mes de noviembre: la rehabilitación de las vidrieras de toda la zona baja se concluyó en ese período.

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