Diario de León

El director del Musac realiza en la obra un alegato contra la culpa

Rafael Doctor presenta, entre boleros, su novela en Madrid

Representantes de la cultura abarrotaron ayer la sala Bolívar de la Casa de América

Rafael Doctor, ayer, en Casa de América durante la presentación de su novela

Rafael Doctor, ayer, en Casa de América durante la presentación de su novela

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Pacho Rodríguez madrid
León

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Rafael Doctor Roncero, director del Musac de León, regresó a su casa, a una de las numerosas casas de afectos que tiene en su trayectoria vital y profesional, para presentar Masticar los tallos de las flores regaladas (Ed. Almuzara), su última aproximación a la literatura, esta vez en forma de novela. Y en este caso, el hogar era la Casa de América, en pleno centro de Madrid. Allí fue responsable de la programación artística y se ve que su huella perdura porque había gran alboroto entre los que trabajan en este centro cultural y todos querían acercarse a saludarle. Incluso, a la entrada, el personal de seguridad respondía con inusual entusiasmo: «Sí. ¿Lo de Rafa? En la sala Bolívar». Y lo decían con la sonrisa de un buen recuerdo. Pero entre tanto cariño, Rafael Doctor ha elegido el amor roto, la ausencia y el sentimiento de culpa. Como en la metáfora que da título a su novela, que predice una huida del pasado con ninguna parte como destino. También autor de relatos cortos para introducir la comprensión de artistas contemporáneos, el máximo responsable del Musac ha elegido esta historia eterna para contarla desde un personaje que puede ser cualquiera. Julio, su protagonista, lleva a Raúl, y a David, o a Carlos, y a otros personajes que se entrelazan o se amaron. Pero todo tiene como motor el único invento del hombre: el amor. Y, entonces, se entiende que aparezcan nombres de poesía arrebatadora como el de Jaime Gil de Biedma o Claudio Rodríguez. La música como protagonista La presentación madrileña de Masticar los tallos de las flores regaladas tuvo al bolero como acertado invitado en un tipo de actos que no suelen jugar al factor sorpresa. Y, por eso, la palma hay que regalársela a José Guirao, director de la Casa Encendida, también de Madrid, que después de dejar entrever timidez y falta de idoneidad para este tipo de celebraciones, se lanzó a su particular audición comentada. «Odié a Rafa cuando me propuso esta historia, pero no pude decir que no», adelantó. Y tras remitirse a Guillermo Cabrera Infante, y a su histórico Tres Tristes Tigres , decidió que lo mejor era decirlo con música. Entonces la sobriedad de la Casa de América se tornó un tanto almodovariana y un disco antiguo cantó: «Tengo lleno de nostalgia todo lo que tengo». Fue la forma de ponerle a todo el mundo cara de amable sentimiento y a Rafael Doctor sólo le quedó agradecer tanto cariño y a esbozar su obra, desear su lectura y devolver besos y saludos al numeroso grupo de representantes de la cultura que abarrotaron la sala Bolívar de la Casa de América. Una de sus casas.

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