SIN MANDO
Arola, no nos toques la cacerola
LO QUE nos faltaba. Sergi Arola no quiere saber nada de la tele porque estar al frente del superminimal equipo negro de La cocina del infierno (Telecinco) no es lo que este chef de relumbrón esperaba. ¿Y qué esperaba?, me pregunto. Arola, que parece haberse peinado con gelatina, exala sus fracasos en forma de gritos y estira sus escasos centímetros de altura con botas cuasimilitares para no tener que inclinar su digno cuello ante el grande y campechano Sandoval. Arola, tan exquisito él como sus menús, está de malas porque sus alumnos en la cocina son entre zoquetes y vagos, cuando no directamente contestones. Arola, con un ego del tamaño de una mesa de comedor, se pregunta cómo no adoran a un creador que tiene dos estrellas Michelín y más surtidores Campsa que toda la provincia de Madrid. Tal vez pensaba Arola que las estrellas Michelín las repartía Paolo Vasile o que participar en un reality con ex novios, ex misses, ex vedetes y otros ex le iba a proporcionar la fama necesaria para vender, por ejemplo, patatas fritas de bolsa. Pero no todo ha de ser malo. Puede aprovechar sus nuevos contactos para encontrar representante y volver al rock, y así versionar esa canción de los ochenta y decir: «Arola, no nos toques la cacerola»...