Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO

Sensibilidad

Publicado por
J. J. ESPARZA
León

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En muchos aspectos, la televisión es francamente nociva para la salud, al menos para la salud espiritual. Aquello de «herir la sensibilidad del espectador», tan socorrido hace algunos años, ha dejado de ser una precaución para convertirse en un deporte. Y lo mismo vale un programa de zapeo que una teleserie cutre, un talk-show donde las niñas hablan de sus tetas, que una tertulia rosa donde se despelleja al invitado. Antes, uno rotulaba «este programa puede herir la sensibilidad del espectador» para precaver al público, pero ahora la etiqueta se exhibe para atraer al respetable. Pero hay algo todavía peor que la exhibición de inmundicias: la participación del público, o la participación popular en las tertulias rosa. Esta argucia siniestra, perpetrada so coartada de democratización, convierte al público en colaboracionista de la ignominia. Porque aquí el problema no es que la gente hable, no. Lo malo de dejar entrar a la gente en los platós es que no lo hacen como personas normales, sino que se sienten impelidos a adoptar las maneras y poses popularizadas por los profesionales del voceo televisivo. Así descubrimos a una señora convertida en imitadora de Mariñas o Pelayo, y ya se sabe que lo que se imita no son las virtudes del imitado, sino sus defectos. Lo que vemos no es la opinión de una señora, sino el agresivo despliegue de la arpía que todos llevamos dentro.

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