| Entrevista | Olga Fernández Galán |
«El hombre se aferra a su verdad y cierra la puerta a la de los otros»
Esta joven autora de Benavides ha ganado el Premio de Narrativa Breve Hontanar por «La piel del vecino», una reflexión sobre la persistencia del odio en el medio rural
Un pueblo habitado por dos únicas familias, enemistadas entre sí. Un odio antiguo del que ya nadie recuerda sus verdaderas causas, pero cuya protagonista -una comadrona- agoniza y amenaza con llevarse el secreto a la tumba. Este apasionante (y muy leonés) argumento corresponde a La piel del vecino , el relato de la periodista Olga Fernández Galán que se ha alzado con el quinto Premio de Narrativa Breve de la activa y creciente editorial ponferradina Hontanar. -La historia transcurre en una pequeña comunidad rural. Usted también nació en un pueblo, ¿cuánto de realidad y cuánto de ficción hay en este relato? -La historia es totalmente inventada, pero es cierto que desde siempre he estado vinculada a tres pueblos de León: Benavides, donde nací, Quintanilla del Valle, el pueblo de mi madre, a donde voy algunos fines de semana, y Barrio de la Puente, en Omaña, donde nació ella y a donde también voy otros. -¿Qué es lo que más le interesa de ese mundo? -Las relaciones que se establecen entre los vecinos de los pueblos pequeños. Esas relaciones que llevan a dejar las puertas abiertas, a que todo el mundo participe en las matanzas del gocho o en los velatorios; pero que también tiene una cara negativa, la de los malentendidos, rumores y chismes que acaban implicando a todos. ¡Me parecen muy interesantes esas relaciones! -¿Los personajes, pues, también son inventados? -Sí, todos. Todo el cuento lo es, aunque puede que, de tanto oír algunas historias, las haya mezclado y algo de ellas persista en él. -¿Cuál sería la conclusión de la obra, la idea de fondo? -Lo que les pasa a los personajes es algo que pasa en León y en todas partes; puede resumirse en que a veces el ser humano se niega a ponerse en la piel del vecino, se aferra a su verdad y no deja la puerta abierta para que pase la del otro. Además, en este caso, el hecho de que ésto suceda en un pueblo formado por sólo dos casas acentúa ese absurdo comportamiento. -¿Cuáles son sus autores favoritos? -Leo mucho. Sobre todo narrativa: cuento y novela. No suelo leer poesía y ensayo. Me gusta mucho Isabel Allende, aunque más que autores me gusta hablar de novelas en particular. También me gustan los best-sellers al estilo de El Código Da Vinci , muy válidos porque sirven para entretener. También están Julio Llamazares, Lucía Etxebarría, Maria de la Pau Janer... la verdad es que he leído a muchas más mujeres que a hombres. -¿Y eso por qué? -No lo sé muy bien, me tira más. Es posible que eso les pase a todas las mujeres, que responda a una especie de solidaridad que se está creando... lo cierto es que me gusta que todas las protagonistas de mis relatos sean mujeres. -¿Qué le ha supuesto el premio y qué posibilidades le abre, a partir de ahora? -Estoy encantada, no me esperaba para nada ganarlo. Y tengo que decir que soy muy partidaria de premios como éste, porque fomentan la creación de obras pertenecientes a un género tan precioso como es el cuento. Aunque no ganes, el cuento que has escrito está ahí, y eso es ya un avance. Seguiré escribiendo como hasta ahora, en mis ratos libres; además de relatos, también quisiera escribir una novela, pero sé que aún me faltan muchas lecturas y muchas vivencias. -¿Qué ventajas tiene este género? -Dicen los expertos, yo no lo soy, que la diferencia entre el cuento y la novela no está sólo en su extensión, y es verdad. Al poder leerse de un tirón, el cuento es más denso y más rico que la novela, ya que no hay tiempo para irse por las ramas; su lenguaje es más puro, más intenso, y más enriquecedor. -Trabajó en el Diario de León, de prácticas, durante tres veranos, ¿qué tal la experiencia? -Lo mejor, el grupo que creamos ya el primer año, la complicidad y los lazos que se establecieron entre nosotros más allá del trabajo. Y las primeras veces que conseguías poner en práctica las cosas verdaderamente interesantes que aprendías de la gente de la redacción.