Diario de León

| Crónica | El final de una época |

La radio que se muere

Si no se remedia, la emisora que comenzó para dar Voz a los leoneses desaparecerá después de casi setenta años y tras haber sido refugio de grandes nombres de la radio

Imagen de los diez trabajadores de RNE en León manifestándose ayer contra el cierre

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Publicado por
Marcelino Cuevas - león
León

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Luis López Anglada era un militar lleno de sensibilidad poética, cuyas inquietudes por la comunicación le llevaron a ser el primer director de La Voz de León, coloquialmente Radio Falange, allá por los últimos años de la década de los cuarenta del pasado siglo. A su lado, un madrileño inquieto que venía de peregrinar por Europa enrolado en la División Azul, y que pronto se convirtió en el locutor más popular de la provincia haciendo pareja con María Teresa Martín Villa, hermana de Rodolfo Martín Villa, uno de los ministros más jóvenes de la historia reciente de España. Con ellos Bravo Ducal, el primer locutor del mundo que realizó un programa en directo desde la jaula de los leones de uno de los circos que visitó la ciudad. Los principios fueron difíciles, sobre todo en la parte técnica, ya que tanto los equipos emisores como los de baja frecuencia en los estudios eran de fabricación casera, creados por Alberto Gallegos, un técnico maravilloso, al que la radio de los primeros tiempos en León se lo debe todo, ya que fue el encargado de mantener en el aire a todas las emisoras leonesas hasta finales de los años sesenta. El comienzo de la aventura Allá por 1957 los estudios de La Voz de León, EFE nº 5, se instalaron en el 28 de Ordoño II, donde aún están y donde, si las cosas no cambian, verán enmudecer su sintonía en una fecha muy cercana. Desde el flamante estudio con capacidad para más de un centenar de personas, comenzó la realización de programas cara al público en los que participaron voces que luego serían famosas en todo el país, el que más alto llegó fue Luis del Olmo Marote, aquí locutor de voz esplendorosa e informador de deportes y ahora una de los periodistas mas influyentes del país. Otro de los grandes, entre finales de los cincuenta y principios de los sesenta, fue Francisco Umbral que leía su comentario de cada día con el fondo musical de una canción francesa titulada El piano del pobre . A su lado María Jesús Álvarez Moro, triunfadora también en la capital de España y voz de referencia en los emites de Radio Nacional durante décadas. Y Nélida Pérez Alfaro, Manolo Martín, José Luís Beltrán, Francisco Leira, Ángel González, José María Alonso, Elena Valbuena, Aurora Fernández, José Magín Revillo, Amalia Villarejo, Manuel Tomé, Félix Chamorro¿ todos grandes profesionales que trabajaron a las ordenes de Julio del Caño y José Luís Pérez Perelétegui. Y sigue la historia ... La época siguiente, comandada por el gallego José Mª Villot tuvo otra pareja radiofónica famosa que estuvo formada por Ana Mª Fernández y Eduardo García Carmona, unos comentaristas deportivos populares como Severiano Montero Aparicio, el periodista de las grandes polémicas, y Emilio Tamargo, el de las vueltas ciclistas en TVE, a los que dirigía el poseedor de una de las plumas más finas de la ciudad, Germán Tuñón. Y las agudas intervenciones del incombustible Victoriano Crémer, que en un momento determinado dejó los micrófonos de Radio León, para pasar a los de La Voz. Con la democracia llegaría la radio informativa y los cambios de nombre, primero Radio Cadena Española, luego Radio Nacional (Radio 5) y un torrente de directores, Gonzalo Rodríguez, Pura Francisco, Javier Losada, Celsa Villanueva, Vicente Díez, Carmen Bayón y el que puede ser el último, Lorenzo Gorostiaga. Con profesionales como Mercedes Herrero, Antonio Merino, Fernando Pérez Soto, Gema Fernández, Conchi Álvarez, Alberto Rodríguez, Esther Bajo, Mar Gómez, el casi recién llegado Diego Hidalgo, o el que relata esta historia. En manos de un leonés Pues bien todos estos radiofonistas y muchos más que se nos olvidan, todas estas voces, todo un importante fragmento sonoro de León verá como, si un importante político leonés del que todos nos acordamos no lo remedia, los veteranos micrófonos de Ordoño II, 28, se cierran para siempre.

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