OPINIÓN
Señor Lobo, seguimos esperando
AHORA que la consejera de Cultura ha anunciado un plan integral para rehabilitar San Isidoro antes del 2010, se plantea de nuevo la obligación de la antropóloga Encina Prada de presentar las conclusiones de la investigación sobre los Reyes de León por las que recibió más de una subvención. No es que se acabe el tiempo, es que el tiempo ya se ha agotado, y resulta intolerable que el jefe territorial de Cultura -jubilación debería ser sinónimo de júbilo- se preste a realizar la labor de censor sirviéndose para ello de excusas tales como la propiedad intelectual. Lamentable. ¿O es que después de nueve años el estudio sigue en barbecho? La buena fe -que siempre debe mover el razonamiento de las mentes equilibradas- manda, pero todo parece conducir hacia un callejón con poca luz. ¿Se ha presentado la investigación o ese plúmbeo conjunto de páginas del que habla Jaime Lobo es más ligero que el humo con el que tratan de velar la verdad? Resulta paradójico que el delegado de la Junta se vea obligado a enfrentarse a uno de sus subordinados y tenga que pedir a los servicios jurídicos la elaboración de un informe que determine las obligaciones de una profesional con los ciudadanos de León. No hay excusas, señor Lobo, y, creáme, ni siquiera Almanzor echaría tanta tierra sobre la historia común. Ocupar un puesto para torpedear el trabajo de los demás no es de recibo y, sinceramente, siempre he pensado que una de las ventajas de la experiencia es que atempera la soberbia. No nos vamos a olvidar, por más vueltas que nos obliguen a dar. Ya saben que el tiempo es algo muy relativo. Para los creyentes, eterno. Y da la casualidad de que aquí somos fervorosos. ¡Qué le vamos a hacer! Lo siento, pero en este caso, el dicho del que espera desespera se vuelve absurdo. Aquí no esperamos, aquí perseveramos.