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Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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AYER ARRANCABA formalmente La Sexta, nueva cadena de televisión en emisión analógica que nace de la colaboración de la mexicana Televisa con Globomedia y Mediapro y cuyo rostro es Emilio Aragón. En la presentación del nuevo canal han estado el ministro Montilla, el portavoz Moraleda y el president Maragall: la pomada de la pomada. Por lo que se va viendo, La Sexta nace como un canal entregado vocacionalmente al entretenimiento: no hay informativos (dicen que hasta después del verano) y el grueso de su parrilla está compuesto por series. Parece que esto no es accidental, sino que forma parte de la filosofía de la cadena: el espacio inaugural de La Sexta ha sido el programa de cocina de Eva Arguiñano. El mundo de la tele ha saludado la aparición del nuevo canal con las habituales fórmulas de fair-play. Ya puede usted imaginarse que tras cada salutación se esconde el poco secreto deseo de que La Sexta tropiece de manera irreversible. El mundo de la competencia es así. Después, en los mentideros, se cruzan apuestas sobre las condiciones de supervivencia de la nueva cadena. Una de las apuestas más fuertes es la que concierne a los derechos del Mundial de fútbol, que La Sexta ha comprado en un insólito alarde de audacia. Ocurre que el nuevo canal, pese a una buena estrategia de expansión, no se ve en buena parte del territorio nacional y, allá donde se ve, son muchos los que no pueden hacerlo por problemas de antena. ¿Cómo puede aspirar alguien con esas limitaciones a emitir un Mundial de fútbol, que es un acontecimiento de masas? Según las cifras publicadas en estos días, hoy La Sexta sólo llega al 70% de la población y cuando comience el Mundial llegará a menos gente todavía, entre el 50 y el 60%. Por eso los colmillos más afilados del lugar arriesgan el siguiente pronóstico: que La Sexta, dentro de un periodo prudencial, venderá los derechos de la gran cita futbolera al mejor postor. Algunos van más lejos y señalan incluso la identidad de ese mejor postor, que sería el mejor postor por antonomasia. Esto nos lo dirá el tiempo, por supuesto. De momento, lo que resulta bastante incomprensible es que TVE se haya abstenido en esta liza por el Mundial. Los más veteranos recordarán aquel debate parlamentario, hace quizá mil años, entre Álvarez-Cascos y Leguina acerca del fútbol y el «interés general». Hoy la tele ha sustituido el concepto de interés general por la vieja fórmula capital, rédito, tiempo , el célebre carrete . ¿Y cómo se recibe lo nuevo a este lado de la pantalla, en el lado del espectador? Con una impresión confusa: demasiados canales para una programación demasiado uniforme.

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