El bodegón «con alma leonesa» de Ana Carrera llega al Café Cristal
Es una artista leonesa en la diáspora, provinciana y perdida entre el fenicio gentío de la ahora emergente nación catalana. En su alma conserva muy vivos los recuerdos de su León, de la ciudad en la que transcurrió su niñez y donde aprendió a pintar, de la Catedral ante la que pasaba todos los días, de las gentes que ama desde niña. Se llama Ana Carrera y la puede la nostalgia. «Por eso -dice- vuelvo a León con mis cuadros, trato de que no se pierda mi puesto entre los leoneses, de que se conserve mi lugar en el escalafón de los artista de aquí». Cuando Ana comenzó a interesarse por la pintura, en León había muy pocas posibilidades de conseguir aprendizaje con fundamento, y una de ellas era el taller de don Marcelino, un hombre que colaboró de forma sorprendente a la creación de vocaciones artísticas y cuya labor nunca ha sido suficientemente reconocida. Carrera tomó sus lecciones y supo aprovechar el tiempo, aunque aún hoy «sigo aprendiendo -asegura- pero no me canso de experimentar, de añadir ideas a mis cuadros, de intentar nuevos efectos». Carrera expuso hace poco más de un año en la sala Torreblanca, y se demuestra su inquietud en las muchas novedades con las que el espectador se encuentra al admirar su trabajo despues de tan corto espacio temporal. Ha incorporado a sus cuadros importantes aportaciones de collage, y ha tratado de ganar en textura gracias a un empleo más acentuado de masas matéricas. La pintora expone en el Café Cristal una docena de cuadros en la que los protagonistas son los bodegones. Destaca en su concepción de los cuadros la acertada gama de color que emplea y su gran trabajo de composición. Las técnicas que utiliza son variadas y van desde el pastel, en el que es una experta, hasta el óleo. «Lo importante para un pintor es trabajar todos los días», afirma.