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Una eucaristía laica contra el olvido

Amigos y familiares de Francisco Pérez Herrero celebraron ayer un homenaje en honor al poeta y creador de la leyenda de Genarín en el que se le restituyó un lugar en la memoria de la ciudad

Josefina Rodríguez, Javier García Prieto y Alfonso Ordóñez

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Cristina Fanjul - león
León

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«A la gente hay que hacerla valer por lo que es y por lo que significa como ser humano, sin mitificar a nadie pero reconociendo lo que han hecho a través de su esfuerzo». Victoriano Crémer, que escuchó ayer de manera paciente todas las intervenciones de cuantos acudieron al homenaje a Paco Pérez Herrero, explicó ayer que con el homenaje al poeta se restaña una vieja ofensa de la ciudad. «Incluso se dio una calle a un gitano; ya era hora de que Pérez Herrero la tuviera», dijo. El escritor leonés alabó la figura del autor del Retablo leonés y destacó que ha de ser recordado ante todo por «su huella humana, su curiosa estampa de hombre estrafalario digno de ser admirado por su buen corazón y su tesón en recordar lo que es nuestro». También tuvo palabras para Historias de Francisco Pérez Herrero, el libro en el que cuenta la historia del creador del mito de Genarín. «Lo que intento en el libro es descubrir un poco el forro de nuestras vidas, que son paralelas y que se encontraron hace más de 40 años». «Creo sinceramente que merece la pena no perderle y que ha dejado clavada una bandera en León», dijo. El acto comenzó a las once de la mañana en el salón de actos del Ayuntamiento y contó con la presencia de un gran número de ilustres de la cultura y amigos del centenario, entre los que destacó el presidente de la Diputación, Javier García Prieto; el subdelegado del Gobierno, Francisco Álvarez; los concejales de Cultura y Bienestar Social, Alfonso Ordóñez y Ana Guada; y la viuda de Pérez Herrero, Josefina Rodríguez. Entre todas las intervenciones, fue la de Miguel Cordero del Campillo la más sentida. El catedrático emérito de Veterinaria recordó a amigos y colegas, evocó su avidez por la lectura, y rememoró los años más convulsos en los que tuvo que «disimular» para seguir en posesión de su espíritu generoso y liberal. Con parecidos términos le calificó Agustín Delgado, que utilizó los términos «ejemplo de constancia» y «ciudadano infrecuente» para referirse a él. Delgado lamentó que su vida fuera atropellada por la contienda civil y reclamó una biografía en la que se narrara la guerra que tuvo consigo mismo. Los periodistas Pedro García Trapiello y Fulgencio Fernández oficiaron de monaguillos en esta eucaristía laica hilvanando cada una de las lecturas con anécdotas y glosas del finado. El escritor Alfonso García recordó la intervención de Pérez Herrero en Ciñera de Gordón durante una jornada de poesía minera. «Todas sus cualidades: fortaleza, fuerza, generosidad, vitalidad... que le llevaron a ser un hombre comprometido me las demostró ese día de 1980 durante la lectura de uno de sus poemas, que tituló Balada emocional; poema para una mina ». Félix Pacho Reyero ahondó en las entrañas de su carácter, jovial y desprendido, procaz y reservado, y rememoró, no obstante, que el poeta recorrió muchos «rincones de pena y melancolía». Julio Llamazares, que participó por poderes, aseguró que Pérez Herrero está ya en los altares de la heterodoxia pagana y explicó que fue él quien le movió a escribir el libro sobre Genarín. El autor de Luna de lobos dijo que siempre le consideró un amigo a pesar de la malidicencia que les separó. «Pocos como él merecen este homenaje, aunque Paco pensaba que todas las pompas son fúnebres». «A la gente hay que hacerla valer por lo que es y por lo que significa como ser humano, sin mitificarla» VICTORIANO CRÉMER «Reclamo desde aquí una biografía que muestre la guerra interna que tuvo consigo mismo» AGUSTÍN DELGADO «Pocos como él merecen este homenaje, aunque él pensaba que todas las pompas son fúnebres» JULIO LLAMAZARES

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