El Emperador acoge el próximo día 11 el espectáculo «Las campanas de la paz»

Cincuenta artistas sobre el escenario, treinta campanas tradicionales y más de 500 trajes y complementos, fieles reproducciones de otras tantas joyas patrimoniales de la cultura popular china, conseguirán que el espectador se embarque en un apasionante viaje a través de la música y el folclore del extremo Oriente. Será el próximo 11 de mayo, jueves, cuando el Teatro Emperador de la capital leonesa acoja el espectáculo Las campanas de la paz . Se trata de un montaje del Ballet Nacional de Hubei (China), cuya gira fue iniciada este mes de abril y que recorrerá más de 20 ciudades españolas hasta el próximo mes de junio. El espectáculo, producido por Primera Línea Producciones y Grupo Lola Barberán S. L., sorprendió al mundo entero en la clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y ha sido seleccionado de nuevo para los actos de celebración de los juegos de Pekín 2008. A través de unas muy cuidadas coreografías y del lenguaje del baile, el color e innumerables detalles como el vestuario o la escenografía, los bailarines y artistas transportarán al público al Imperio de la China en pleno año 1360. En el transcurso de la obra se suceden nada menos que doce números musicales. Se trata de pequeñas narraciones o cuadros visuales estructurados de la siguiente manera: tras una introducción musical, el pueblo agradece al Emperador sus gloriosas victorias al son de campanas. Chu reina sobre un terreno extenso y rico, por lo que continuamente es atacado. Por ello, la paz y la guerra se suceden constantemente en su reinado. Así, en palacio, son continuas las fiestas que organiza el emperador con sus músicos y bailarines. En esta época estaba de moda que las mujeres estuvieran muy delgadas y tuvieran de avispa, ya que éste era uno de los requisitos que el Emperador imponía para poder ser una de sus concubinas. Por su parte, los guerreros utilizan la música para aliviar la nostalgia que sienten al estar tanto tiempo separados de sus seres queridos. Con sus cánticos ensalzan el valor en el campo de batalla pero también recuerdan a sus compañeros caídos. Su propio líder transmite, a través de la danza, su faceta más sensible y humilde en un homenaje a todos los fallecidos. Y los espíritus de los caídos son llamados a través de los cánticos de sus familiares para que puedan encontrar el camino de regreso a su pueblo natal. Otro episocio está dedicado a la seda, y al sufrido trabajo de las mujeres en el campo recogiendo las hojas de las moreras que servirían de alimento a los gusanos que la producen. En otro, es protagonista el bambú, donde los soldados escribían sus cartas. El valor de los hombres y la belleza de las mujeres, los valores más apreciados en aquel tiempo, se unen a través de un profundo y vitalista nexo: la música.