Diario de León

| Reportaje | Un periplo a través del tiempo |

Descubrir al descubridor

Valladolid prepara una gran exposición sobre «Los cuatro viajes de Colón que cambiaron el mundo» dentro de los actos que conmemoran el quinto centenario de su muerte

La comunidad ya ha albergado otras muestras sobre Cristóbal Colón, como ésta de Segovia

La comunidad ya ha albergado otras muestras sobre Cristóbal Colón, como ésta de Segovia

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José María Francisco - valladolid
León

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La programación del quinto centenario de la muerte de Cristóbal Colón tendrá una exposición singular en Valladolid, ciudad donde murió el descubridor el 20 de mayo de 1506. Cuatro viajes que cambiaron el mundo es el título de la muestra que el Museo de la Ciencia de la ciudad castellana acogerá desde el 26 de junio hasta el 31 de diciembre próximos sobre las históricas expediciones del navegante y las paupérrimas condiciones de vida que tenían los tripulantes en aquellas travesías que parecían no tener final. «Se trata de hacer un recorrido por el proceso descubridor en el que se conjugan la presencia de documentos históricos de gran valor, como el mapa de Juan de la Cosa (año 1500), con textos, cartografía y correspondencia de enorme calidad documental, como las cartas de Colón a su hijo Diego». Así describe parte del contenido de la muestra Laura Serrano, coordinadora de los actos que se organizan en Valladolid con motivo de la efeméride. A través de un recorrido visual y sensorial por las salas del Museo de la Ciencia, los visitantes podrán comprobar datos históricos y sensaciones sobre los pensamientos de Colón desde que en 1492 inicia su primera aventura allende el Atlántico. Una muestra interactiva Aquella insólita peripecia que vivieron marineros y voluntarios sin mucho conocimiento del mar podrá ser revivida, salvando la brecha del tiempo, en la capital del Pisuerga porque la exposición que se montará en Valladolid será «didáctica, interactiva y muy moderna», según palabras de Victoria de Toro, comisaria de la exposición. El gran objetivo es «que los ciudadanos sientan lo mismo que sintieron los marineros y Cristóbal Colón hace 500 años», dice. La norma que se generaliza en los centros científicos que tienen vocación de divulgar los hallazgos de la sociedad, el No tocar , se desvanecerá en Valladolid porque, además de documentos de incalculable valor, se reproducirán las dos partes claves de una carabela: la cubierta y la bodega. Estos dos elementos servirán para recrear las condiciones de vida en aquellos periplos de larga duración, donde la tripulación debía resolver con sus propios medios los problemas rutinarios: desde el avituallamiento hasta las condiciones higiénicas y sanitarias. Porque a la incógnita sobre qué se encontrarían al final del trayecto habría que añadir los pensamientos y perturbaciones que amedrentaban las mentes de los pasajeros. Las amenazas de motín aumentaban sus dosis día a día, mientras el agua y la comida estaban racionadas. Quizá en este contexto se puede comprender con mayor lucidez la confesión que hizo Quevedo en El Buscón , cuando constató que tras la difusión por los pueblos y villas españolas de la noticia sobre el Nuevo Mundo, había multitud que decidieron pasar a Indias para mejorar su suerte mudando mundo y tierra, a pesar del riesgo que suponía cruzar un mar inmenso con medios primitivos. El 19 de mayo de 1506, Colón, gravemente enfermo y aquejado de gota, dicta testamento postrado en su cama y rodeado de un grupo de nobles. Un día después falleció y fue enterrado en el convento de San Francisco, cuyos vestigios han desaparecido en pro de modernos edificios junto a la actual plaza Mayor. Aquí estuvo enterrado hasta los primeros años del siglo XVII, cuando los restos fueron trasladados y depositados en Sevilla o quizá otras ciudades de Centroamérica, algo que deberá resolverse científicamente.

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