Diario de León
Publicado por
MIGUEL ÁNGEL NEPOMUCENO
León

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NO ENTIENDO muy bien la política de traslados que se ha comenzado a hacer con nuestros músicos. Parece ser que el criterio seguido es el de reunirlos a todos entorno al Auditorio por aquello de que juntos y no revueltos y al lado del palacio de la música, es mejor. No se han dado cuenta quienes han tenido la feliz idea de que los lugares donde se encuentran son los más naturales porque allí desarrollaron sus actividades musicales, compositivas y artísticas. El domingo inició la égira el monumento a Odón Alonso, durante tantos años al lado del templete de la Condesa donde celebró su actividad directorial, y ahora se comenta que le puede seguir el busto de Ángel Barja, colocado en el Jardín Romántico, al lado de la casa donde vivió, y por qué no después el de Felipe Magdaleno, situado bajo la apacible sombra de un sauce en el mismo jardín que Barja y al lado de donde llevó a cabo toda su importante labor: la Colegiata de San Isidoro. O, por continuar con la racha de traslados, el de José Castro Ovejero, actualmente en el Conservatorio, su casa, donde desarrolló su actividad docente, y directorial durante tantos años. No es que con esto me esté lamentando de que al maestro se le coloque en un lugar privilegiado porque lo merece como ninguno, lo mismo que su hijo, todavía y por muchos años entre nosotros. Pero me sonrojo sólo con pensar cuanta hipocresía rodea todos estos actos cuando hace tan sólo unos meses había luchas intestinas por tratar de mantener con vida a nuestra Orquesta Sinfónica Odón Alonso, al mismo que ahora homenajean los que intentaron por todos los medios destruirla porque era vieja y no servía para nada. Me imagino que ayer tras las hermosas palabras de nuestro alcalde de cómo nuestra Sinfónica es un orgullo para la ciudad y un bien cultural necesario, y tras el delicioso concierto ofrecido a continuación, a muchos se les debió caer la cara de vergüenza al recordar las barbaridades que quisieron perpetrar contra ella. Si lo que realmente quieren es levantar monumentos a los músicos, muy bien, háganlo, pero háganlo a los que realmente no lo tienen y lo merecen tanto como los que ya están inmortalizados. Háganlo al maestro Odón Alonso Ordás, háganlo como prometieron a Rogelio Villar, y sobre todo háganselo a los que son el alma de toda la música leonesa, nuestra cantera, nuestro cultura y nuestro orgullo: nuestros Coros. Lo demás son ganas de marear la perdiz como hacen siempre.

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