Diario de León

Las ganas de rejoneadores y público se estrellaron contra un encierro lamentable de Flores Tassara

Mansos hasta la desesperación

Hermoso de Mendoza y Cartagena salen a hombros pese al descastado ganado Rechazada la norma

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León

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Excelente entrada (tres cuartos de las localidades llenos), excelente tarde, excelente disposición de público y toreros... Todo parecía presagiar una gran tarde hasta que hicieron su aparición en el ruedo los primeros ejemplares de Flores Tassara, y marcaron la desesperante tónica de lo que se temió que iba a dar de sí el festejo. Cumplieron las expectativas los astados, algunos con creces, pero las ganas de los rejoneadores y el ánimo inquebrantable del respetable permitieron que una vez más se abriera la puerta grande del Parque. Doble salida a hombros, de Hermoso de Mendoza y Cartagena, que poco tiene que ver con lo que en realidad ocurrió en el ruedo. El primero del lote de Hermoso de Mendoza fue una auténtica mula, que ya disgustó al público barbeando tablas de salida. Se desentendió del banderín ya en el primer rejón de castigo, y huyó trotando a chiqueros entre pitos. Con Silvetti intentó encelar al caballo cabalgando a dos pistas, y consiguió que amainara la bronca con ajustados muletazos con la grupa por los adentros. Clavó con acierto, retó al toro para sacarle de tablas con insistencia y le atacó sin éxito, porque el manso escapaba en cuanto podía. Con Sarmata clavó las cortas a la media vuelta y saludó tras dejar un rejón entero. En el quinto entusiasmó al público con los lances que Chenel regaló para conseguir que el toro le siguiera, sin excesivo celo, pero le permitieron al menos algo más de lucimiento que sus hermanos. En otras fases de la faena los alardes de los caballos quedaron deslucidos al volver el toro grupas para huir, pero el jinete navarro le esperó en el centro del ruedo, le persiguió por las tablas y se adornó acariciando la testuz; para acabar colocando rosas y cortas a dos manos entre una polvareda y una gran ovación a su voluntad. Excelente Samarta. nada más pudo hacer el rejoneador, que pinchó antes de colocar un rejón entero de efecto fulminante. Andy Cartagena ya calentó los tendidos desde su primera actuación, pero falló reiteradamente con los rejones de muerte y el premio se quedó en una ovación. Se esforzó el alegrar las suertes con alardes de monta y sortear algún arreón del manso, arriesgó con pares en los que le toro esperó parado y fue muy ovacionado con las cortas al violín. En el que cerró plaza se lució especialmente con Polvorilla y Opus, con los que ejecutó cadenciosos pares al violín, colocó las cortas con el toro agarrado al suelo y dejó las rosas en el camino de huida del de Flores. Un gran jinete sin toro para lucirse. Esta vez aseguró el rejón y, aunque mató con espectacular derrame, recibió las dos orejas. Con el maestro Moura el público anduvo más frío. Realizó el portugués dos tareas pulcras y de conocimiento, intentando provocar la arrancada de sus dos mansotes oponentes citando con temple al pitón contrario, y clavando con ortodoxia y siempre arriba. Pero sus dos enemigos salieron desentendiéndose de las suertes, lo que deslució una lidia esforzada que resolvió con solvencia, pero sin suficiente emoción. A pie se fue el torero portugués, mientras la puerta grande del Parque se abrió una vez más.

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