La respuesta al enigma de cómo se inició el cristianismo en la Península
Son muchos los enigmas que guarda la basílica leonesa, y muchas las preguntas a las que podría dar cumplida respuesta una vez estudiada a fondo. Construida en el siglo IV, quizá sobre un edificio anterior, se estima que estuvo en uso hasta la Alta Edad Media. En el siglo V sufrió una remodelación: se cubrió con una bóveda de arista, se elevó el presbiterio y se excavaron trece tumbas (el abad emérito de San Isidoro, Antonio Viñayo, sostiene que podrían haber sido para los hijos de San Marcelo y Santa Nonia); asimismo, en el siglo VI se construye el baptisterio de inmersión. Durante los trabajos de excavación de Hauschild y Shlunk, en el transcurso de los cuales hallaron dos necrópolis, una interior y otra exterior, se descubrió también que el interior del edificio debió estar ricamente decorado gracias a restos pictóricos aún visibles en el ábside y los muros. Otras de las cuestiones que genera la basílica es el hecho de que está orientada al Norte, y no al Este, como es lo habitual, una prueba de un probable uso anterior, distinto al religioso. Theodor Hauschild excavó la iglesia y realizó numerosos dibujos, apuntes y bocetos en su cuaderno de campo pero, a pesar de que adelantó algunas de sus conclusiones en un congreso científico, nunca llegó a mostrar aquel cuaderno. Otra curiosidad que rodea la iglesia es el hecho de que en ella se practicaba el rito africanista (separación de mujeres y hombres, uso puntual del velo en algunos momentos de la liturgia...), lo cual podría ser un dato revelador para indicar que el cristianismo de la Península Ibérica habría tenido sus orígenes en África.