El periodista Daniel Álvarez señala que el magisterio no pudo «plantar cara» a la represión
«En la guerra no hubo clemencia con los maestros, fueron víctimas puras»
Clausura del curso sobre los setenta años de la Guerra Civil con «La escuela fusilada»
El criterio de pasar página sobre la Guerra Civil imperó en las primeras décadas de la democracia. También para el género documental que, salvo la honrosa excepción de La vieja memoria , de Jaime Camino, decidió prescindir de los valiosos testimonios que aún se podían recoger de muchos de sus protagonistas. Así lo señaló ayer el periodista leonés Daniel Álvarez en el curso de verano La Guerra Civil setenta años después , que se clausuró en Villablino tras una semana de intensas sesiones sobre el conflicto y el régimen franquista que surgió del mismo. Es la generación de nietos de la guerra la que se ha puesto manos a la obra para rescatar a las pocas voces vivas que aún quedan, no tanto del conflicto como de la posguerra. Daniel Álvarez y el profesor Iñaki Pinedo se adentraron primero en el mundo la guerrilla antifranquista y este año han estrenado La escuela fusilada, un relato audiovisual con testimonios de maestros depurados, hijos de los fusilados y las frías pero abultadas cifras de la represión pedagógica que supuso la Guerra Civil y que profesores como Francisco Norente Valero y Vicens Navarro han aportado con sus investigaciones. Uno de cada cuatro maestros de de los 61.000 que había en España, sufrieron algún tipo de sanción (traslado, suspensión, etcétera) y 6.000, casi el 10% fueron separados definitivamente de su profesión. Para Daniel Álvarez, la gran diferencia entre la guerrilla y la depuración del magisterio es que mientras los primeros «fueron víctimas que se defendían» con su lucha armada en el monte, los maestros y maestras «no pudieron plantar cara a nada, fueron víctimas puras». El periodista leonés precisó que «el régimen actuó sin clemencia y sin ninguna búsqueda de la reconciliación» que cabría esperar de los vencederos de la guerra. El cortometraje se desarrolla en varias provincias, entre ellas León y Teruel. Emocionante fue el encuentro de Paulino Rodríguez Hidalgo, maestro represaliado de Villafeliz de Babia con alguno de sus alumnos en el pueblo setenta años después. Los autores del corto le propusieron viajar al pueblo babiano y propiciar el reencuentro. Como anécdota, Álvarez cuenta que habían avisado a los vecinos de Villafeliz de Babia el día anterior pero cual no sería su sorpresa al llegar y ver que no aparecía nadie. «No nos creyeron», dice riéndose. El caso es que el encuentro se produjo y para Paulino Rodríguez Hidalgo, que veranea en La Magdalena, ya es uno de los momentos históricos de su biografía, marcada por aquel 18 de julio de 1936.