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| Entrevista | Jesús Torbado |

«Tierra de Campos está condenada a convertirse en un desierto»

Se cumplen ahora cuarenta años de «Tierra mal bautizada», el libro de este autor leonés sobre una comarca en decadencia que no ha perdido un ápice de actualidad ni vigencia

El escritor leonés Jesús Torbado, autor de aquel recordado libro de viajes «Tierra mal bautizada»

Publicado por
Paco Alcántara - valladolid
León

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Tierra mal bautizada. Un viaje por Tierra de Campos , obra de Jesús Torbado (León, 1943), cumple cuarenta años, y prueba de su vigencia es que mantiene abierta la polémica por lo que contó el autor sobre este territorio que se extiende por Palencia, Valladolid, León y Zamora. Nadie le acusó de mentir, «les molestó que les pusiera delante del espejo», asegura el escritor recordando el viaje de 600 kilómetros que realizó en el verano de 1966. Durante años, en despachos oficiales condenaron sentencias tan enjundiosas como que aquí «no hay sitio para los fantasmas ni para la imaginación. Apenas hay sitio para los hombres» y vaticinó: «es tierra para morir». -Después de cuatro décadas, ¿su libro fue un «pecado de juventud»? -Fue pura intuición, porque con 23 años, que es la edad que yo tenía entonces, uno cuenta lo que le parece sin respeto a nadie ni a nada. Es la gracia que el libro tenía y lo que menos gustó a mucha gente. Cuando hablas de un pueblo, de una comarca o de una ciudad, si los ensalzas, enseguida te dan una medalla; si cuentas la realidad, lo más fácil es que te manden al alguacil, o te den una patada en el culo. -¿Cómo se le ocurrió emprender este viaje por Tierra de Campos? -Es una historia simpática, porque no se me ocurrió a mí, sino a Camilo José Cela, que entonces era el director de la Editorial Alfaguara, donde yo acababa de ganar el primer premio de novela con Las corrupciones . Cela pretendía hacer una Geografía Literaria de España que, en el fondo, era crear un grupo de discípulos o imitadores. -¿Le hizo a usted esa propuesta? -No tenía otra cosa que hacer y dije que sí. Le propuse un relato sobre Tierra de Campos, región que tampoco conocía bien, porque yo había vivido de niño en un pueblo cercano a Sahagún y recorrido de joven algunas otras zonas, porque mi padre fue maestro en Herrín y Galleguillos. -Lo sorprendente es que, aunque encargado, Cela se negó a publicarlo. -Creo que porque veía que no era un libro inspirado en su obra. A él le gustaba que le imitasen y, de hecho, los dos o tres que se publicaron eran unos pastiches de Viaje al Alcarria . Tierra mal bautizada no se parecía en nada. Así que me dijo que no encajaba en su proyecto. Lo mandé a Seix Barral y lo publicó sin más. Podría decir que este libro fue inspirado por Cela y lo escribí porque no tenía otra cosa que hacer. -¿A los 23 años ya tenía pensado escribir sobre sus viajes? -No. A mí lo que mas gustaba era viajar, no ser escritor. A esa edad ya había recorrido muchas leguas. La oportunidad de escribir un libro de viajes se compaginaba con mi carácter y mi vida de entonces. Por eso lo acepté sin dudar y me eché al campo en pleno verano por Tierra de Campos, que es lo que tenía más cerca. Podría haber escrito un libro sobre Francia o Dinamarca, que fueron otros destinos de adolescente enloquecido que ya había realizado. -Cuando se lee su relato sobre Campos se tiene la sensación de que acabó con una profunda desazón. -No especialmente. Me produjo tristeza literaria, que no humana. Yo había vivido parte de ese mundo de chaval y me parecía divertidísimo. No veía que la gente echara de menos nada. Recuerdo los veranos trillando en la casa de mi abuelo, con la gente durmiendo en las parvas, los veraneros , que se llamaba así a la gente que contrataban para cosechar. Me parecía una vida mucho más alegre que ahora, porque actualmente las ansias de consumo y la televisión han corrompido un poco ese apego a la vida cotidiana. Supongo que había gente que lo pasaba mal, pero se contentaban con lo que tenían. Yo no vi tristeza, sino una acomodación a la vida, que probablemente viene de la Edad Media. -¿Qué echó en falta en la gente de Tierra de Campos? -Seguramente, la falta de empuje y de entusiasmo de la población, que ya entonces era una aptitud de la meseta que viene del siglo XVII y creo que se mantiene. Es un exceso de acomodarse a lo que hay. Pocas ganas de luchar, un ensimismamiento en el pequeño mundo y, sobre todo, que la gente con un poco de energía acaba marchándose, porque le hacían la vida imposible. -Destaca usted en este viaje la desconfianza de la gente y el individualismo. -Yo no soy un sociólogo ni un psicólogo. A mí me ha molestado siempre el arte de generalizar. «Todo es así», y no es verdad. Yo no me propuse estudiar nada en concreto, sino contar lo que veía. Es lo que reflejé, lo que observé, no tuve una intención predestinada de luchar por algo. Cuando voy a Tierra de Campos tengo la sensación de que aquello está condenado a convertirse en un desierto, porque no ha existido un gobierno español que haya puesto interés en mejorar, no sólo esta comarca, sino toda la meseta. -¿Repetiría el viaje cuarenta años después? -A mí no me importaría volver a realizarlo. Ahora en otoño, no en verano. Pero creo que el carácter tradicional, las canciones, las palabras, que era lo que a mí más me gustaba, se han perdido. Ya la gente habla lo mismo, la Televisión ha unificado todo. -Poco tienen que ver esos viajes con el turista de ahora... -El turista es un producto moderno. Es el que viaja porque sí. Para consumir, no va a nada en concreto. El espécimen que yo practicaba era el del viajero en autostop y con mochila. Eso ahora ya no se hace.

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