Contra viento y marea

MIENTRAS el órgano catedralicio continúa siendo una entelequia -pues su construcción parece entrar ya a formar parte del sueño de Geroncio- y las instituciones, pese a las buenas palabras de apoyo de sus representantes, siguen manteniendo en vilo a la organización del Festival con sus silencios administrativos en materia de finanzas, es cuando la filosofía propia de él adquiere verdadera fuerza y la opinión pública se conciencia de que el evento musical debe de celebrarse por encima de promesas incumplidas que cada año se repiten, de apoyos institucionales indecisos o de juegos retóricos que sólo sirven para salir al paso en un momento de cambios. Los leoneses tienen muy claro que el Festival tiene su razón de ser, que si comenzó con cuatro amigos alrededor de un positivo y llegó hasta donde está ahora es porque se necesitaba, porque se creyó en él y porque el público respondión con creces. Y ese mismo público es el que jamás permitirá que se venga abajo lo que tanto esfuerzo y sacrificio costó. Por eso, creemos llegada la hora de afrontar el futuro con una sonrisa, con muchas esperanzas y sobre todo sin miedos y una gran dosis de confianza, porque una idea tan arraigada en la vida cultural de los leoneses no se echa abajo por más que se empeñen personas insensibles a los valores más consustanciales al hombre.