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La periodista italiana se convirtió en la mejor entrevistadora de todos los tiempos

Muere de cáncer con 77 años Oriana Fallaci, la conciencia crítica de Occidente

La autora de «La rabia y el orgullo» se convirtió tras el 11-S en una gran fustigadora del Islam

Publicado por
Tomás García Yebra - madrid
León

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Incisiva, valiente, sin pelos en la lengua, Oriana Fallaci venció y convenció en muchas batallas literarias y periodísticas, pero no pudo con su mayor enemigo: el cáncer. Después de más de diez años luchando contra la enfermedad (un tumor de mama), la escritora y periodista italiana le dijo adiós a este mundo en la madrugada de ayer jueves, en un hospital de Florencia, a los 77 años. Las exequias -por expreso deseo de la finada- tendrán lugar en la más estricta intimidad, informó la familia. Fallaci residía en Estados Unidos, en el distrito de Manhattan (fue testigo directo del 11-S), pero al comprobar que su enfermedad se agravaba regresó a la ciudad que la vio nacer. En el momento del fallecimiento estaba acompañada por su hermana Paola y un sobrino. No temía a la muerte, aunque sí le producía «tristeza y melancolía». «Me desagrada morir porque la vida es bella, incluso cuando es fea». El pasado mes de julio recibió el Premio Luca de Tena. No pudo viajar a España para recogerlo. En diciembre de 2004 su país le recompensó con la medalla de oro a la 'Benemérita de la cultura'. Partisana Había nacido en 1930, en el seno de una familia muy humilde, dentro de la Italia fascista de Mussolini. Su padre, un activista de izquierdas, era albañil y tenía tres hijas (una de ellas adoptada). Imbuida por las ideas de su progenitor, la joven Fallaci -todavía una niña- se unió a los partisanos para luchar contra la ocupación nazi. Acabada la guerra, y gracias a varias becas, se matriculó en la Facultad de Medicina. «Elegí Medicina porque mi tío Bruno decía que estudiar Medicina me ayudaría a ser escritora». Nunca acabó la carrera, pero el presagio de su tío Bruno se hizo realidad. Después de publicar varios reportajes para un periódico florentino, la aprendiz de reportera decidió estar donde hierve la noticia. Como corresponsal de guerra cubrió numerosos conflictos (Vietnam, Oriente Medio, India, Pakistán, Latinoamércia) y entrevistó a los grandes líderes y celebridades del siglo XX, como el sha de Persia, Indira Gandhi, Mao Tse Tung, Robert Kennedy, Yaser Arafat, Golda Meir, Henry Kissinger, el ayatolá Homeini, Willy Brandt, Federico Fellini, Clark Gable o Arthur Miller. «Si una persona tiene talento, siempre responderá de manera brillante, aunque la pregunta sea trivial; pero si el entrevistado es mediocre ya se le puede plantear la pregunta más inteligente que siempre responderá trivialidades», dijo. La rabia a flor de piel Fallaci se retiró de sus actividades a principios de los años noventa, coincidiendo con los primeros síntomas de su enfermedad. Sin embargo volvió a retomar la pluma a raíz de los atentados del 11-S. Escribió La rabia y el orgullo , donde defiende con uñas y dientes la civilización occidental frente al llamado 'fundamentalismo islámico'. Según la periodista asistimos en Occidente a un «peligroso proceso de islamización», que cuenta con el «respaldo de algunos sectores de la izquierda». Estas afirmaciones originaron encendidas campañas y varias querellas por «difamar al Islam». Después de este libro volvió a la carga con La fuerza de la razón , en donde criticaba la pasividad de Occidente ante los seguidores de Alá.

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