Diario de León

«No puedo alzar un muro entre poesía, prosa y ensayo, pero la poesía nutre todo lo que escribo»

Antonio Colinas regresa a sus orígenes con un libro «terapéutico»

El poeta leonés explora en «Leyendo en las piedras» un pasado vinculado a las leyendas del Noroeste

El escritor bañezano Antonio Colinas presentó ayer en Madrid su nuevo libro

El escritor bañezano Antonio Colinas presentó ayer en Madrid su nuevo libro

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Miguel Lorenci - madrid
León

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«Quizá el pasado no se puede reconstruir con certeza, pero se puede soñar. Sobre todo en sus símbolos; en esos símbolos que para María Zambrano constituyen el lenguaje de los místicos». Así se refiere el poeta Antonio Colinas, (La Bañeza, 1946) a su última entrega a la imprenta, Leyendo en la piedras (Siruela). Son relatos «de misterio, muerte, amor y naturaleza» según su autor, que, como todo cuanto escribe «se nutren de la poesía». Propone Colinas un viaje a sus orígenes, muy ligado a las ruinas y paisajes del noroeste en los que transcurrió su infancia, y «a la piedra que es el resumen de todos los símbolos». Un territorio al que ha regresado para escribir las narraciones que conforman el libro y que convierte en su ficción en el territorio de Petavonium, un paraje mítico que creó para un poema en el que hablaba de «las piedras de la sangre helada/de mis antepasados» . Dice Colinas que no puede «alzar un muro» entre su poesía, su prosa y sus ensayos. «La poesía es el sustrato de todo mis libros y también de éste. En todo lo que escribo, la poesía es el nutriente, pero, en sentido estricto, el poema es otra cosa y su proceso de creación es más intenso y más concentrado» explica el autor de Sepulcro en Tarquinia o El río de sombra. Hace Colinas esta salvedad antes de precisar que «no creo en la novela de poeta, en lo que da en llamarse novela lírica». «Cuando se habla de ella, creo que se hace con una carga irónica» lamenta. «Hay que reclamar para la narrativa ese componente lírico, tan valioso como otros, pero sin esa carga irónica» solicita. «Viajamos hacia el pasado para sanarnos, para encontranos, aunque a veces el viaje a esa construcción que llamamos pasado, a ese depósito del subconsciente, sea contraproducente y no todo lo que surja de ese viaje sea grato», explica Colinas para dar claves de este libro «terapéutico». Precisa que, a pesar de sustentarse en el pasado, la veintena de cortos, líricos e intensos relatos de este libro «miran al futuro». «Parto de la ruina personal y de la del entorno, de las ruinas de la casa familiar y de construcciones históricas, para mirar hacia el futuro, para renacer. Es quizá un mecanismo de huida, pero muy real, dado que creo que la huida es una de las características de nuestro tiempo» explica Colinas. Ligado al Noroeste La fértil memoria de Colinas recurre a relatos orales, leyenda y mitos célticos de un territorio al que sigue sentimental y realmente ligado. «Es un libro muy del noroeste, de los montes galaico-leoneses que han sido históricamente un cruce de caminos». Los relatos comparten un protagonista que regresa a los parajes y la casa de sus antepasados para descifrar las claves de su memoria. Según su autor, es un libro que, como reclamaba Miguel Torga, desde lo más local aspira a ser universal. «No es rural ni costumbrista. Antes que libro cerrado e un libro universalizado», dice su autor. Novelista, ensayista y traductor, Premio Nacional de Poesía y de la Crítica, Colinas es uno de los poetas más respetados de su generación y se dispone a regresar a la poesía «pura». Tras esta incursión narrativa se faja ya con un poemario «para el que no tengo título y sí muchos poemas».

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