La «gurú» de la danza Maguy Marin llega al Auditorio con su obra maestra

Teatro del absurdo en versión bailada. Un trabajo que prescinde de la palabra y ensalza el gesto. Ese es, en resumen, el argumento del espectáculo que presenta esta noche en el Auditorio Maguy Marin, una de las grandes gurús de la danza contemporánea. La bailarina francesa (Toulouse, 1951), hija de exiliados españoles, llega a León con su obra maestra, May B, la adaptación coreográfica de los textos de Samuel Beckett, en cuya creación partició el propio dramaturgo irlandés ocho años antes de su fallecimiento. Marin, al frente del Centro Coreográfico Nacional de Rillieux-la-Pape, ha creado una pieza para diez bailarines, inspirada en los personajes del autor de Esperando a Godot, Final de partida o El innombrable. ¿Y cómo se traslada al lenguaje de la danza una obra que, precisamente, se fundamenta en una prosa austera sazonada de un humor corrosivo? La respuesta podría ser: con una coreografía esencialmente teatral, donde se vislumbran los vacíos y los absurdos de la obra beckettiana a través de una original gestualidad por parte de los diez personajes que bailan al son de partituras clásicas. May B, creada en 1981, está considerada una de las obras maestras de la danza contemporánea; no en vano, Maguy Marin es una de las fundadoras de la danza moderna francesa, quien, en los años 70, bailó como solista junto al legendario Maurice Béjart en su Ballet du XXe siècle y formó luego su propio grupo, con el cual emocionó al público, en el estreno de la obra maestra que presentará esta noche en León. El espectáculo plantea una investigación sobre el movimiento y profundiza en los gestos más íntimos, más escondidos o más ignorados de los diez bailarines, que se apoyan en la música de Schubert, Gilles de Binche y Gavin Bryars. Criaturas desgreñadas Los intérpretes de May B son Ulises Álvarez, Flora Bourderon, Yoann Bourgeois, Teresa Cunha, Jordi Galí, Vania Gouvea, Sandra Iche, Cathy Polo, Vincent Weber y Yasmina Youcef, quienes dan vida a unas criaturas desgreñadas, con las caras emborronadas de tiza, figuras extrañas vestidas con harapos remendados, que se dedican a esperar no se sabe qué o a quién -tal vez a Godot-, mientras se oyen las tristes canciones del Viaje de Invierno, de Franz Schubert. «Cuando los personajes de Beckett anhelan la quietud, no pueden evitar moverse; puede ser mucho o un poco, pero se mueven. En este trabajo esencialmente teatral, la cuestión para nosotros era menos la de desarrollar las palabras y los diálogos que explotar la forma del movimiento, buscando el punto medio entre el movimiento aplicado al teatro por un lado, y el baile y el lenguaje coreográfico por otro», explica en un texto la propia Maguy Marin. Lo cierto es que el espectáculo profundiza en los gestos de una multitud anodina, y deja en el espectador el estremecimiento, una sensación de vacío, toda la duda y el absurdo del universo de Beckett. Una obra que impacta absolutamente a los espectadores. Marin debutó como bailarina profesional con el ballet de Estrasburgo. En 1970 estudió canto e interpretación con Alfons Goris, así como improvisación y ritmo con Fernand Schirren. Al lado de algunos estudiantes de la escuela Mudra creó un grupo de teatro experimental llamado Chadra. La profundidad y sensibilidad de su trabajo coreográfico la impulsaron a crear su propia compañía de danza junto con Daniel Ambash. La trayectoria de Marin ha marcado decisivamene a varias generaciones de bailarines. Hay incluso quien considera que Marin ha supuesto un antes y un después en la danza. Lugar: Auditorio. Hora: 21.00. Entradas: 10 euros (platea y anfiteatro).