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Paraísos cerca del cielo

Apoteosis en el Auditorio con la Sinfónica de Berlín y Marta Zabaleta al piano en uno de los conciertos que más éxito han tenido hasta el momento en el coliseo leonés

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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La Sinfónica de Berlín, dirigida por Dorian Wilson, con Marta Zabaleta al piano, obtuvieron la pasada noche en el Auditorio uno de los más aclamados éxitos de los últimos años en León. Con tres obras de repertorio, manido si se quiere, pero comunicativo y gratificante como la Obertura Coriolano , el Concierto nº 2 y la Sinfonía Heroica de Beethoven, consiguieron poner en pie al casi millar de personas que abarrotaban la sala sinfónica del palacio de la música leonesa. Interpretadas por una de las formaciones más emblemáticas y prestigiosas del mundo (no confundir con su homónima la mítica Filarmónica de la misma ciudad) y con uno de los especialistas más renombrados en la música del de Bonn en el podio, el norteamericano Dorian Wilson, un exigente y exquisito conductor cuya principal virtud consiste en saber trasmitir a la orquesta lo que realmente quiere de ella, sin importarle demasiado si se ajusta a los cánones puristas directoriales, o lo que prefiere es comunicar por encima de todo, las tres obras programadas fluyeron con la libertad y la fuerza expresiva como si las escucháramos por primera vez. La Obertura Coriolano , una breve obra de heroísmo y renunciamiento, y también una de las más escuchadas del autor de Fidelio, tuvo en su lectura una dimensión colosalista, embriagada de un espíritu de triunfo pero ahíta también de lirismo y sabiduría, en la que las cuerdas tuvieron un protagonismo especial. Fraseo redondo, seguros ataques y profusión de delicadezas tímbricas y dinámicas que sólo un director acostumbrado a bregar con las tumultuosas formaciones del Este puede domeñar. Concluyó esta primera parte del programa con  el Concierto para piano y orquesta nº 2, Op. 62 y la pianista guipuzcoana Marta Zabaleta como solista. Muy diferente a la que escuchamos hace tres años en el mismo recinto junto a la Englihs Chamber Orchestra. Ahora Marta consiguió llegar mejor al respetable que en aquella ocasión, con un Beethoven, dramático, vibrante, luminoso, planteado desde unas premisas mucho más canónicas de lo acostumbrado, aunque en algunos momentos algo carentes de lirismo. La gravedad del Adagio central , con ese Sol sobreagudo, inmenso y premonitorio,  puso de manifiesto el correcto enfoque  para generar un inmenso universo expresivo, subrayado ahora por la abrupta tensión que generan los seisillos de fusas de la mano izquierda bajo el interminable trino de la mano derecha.  Seguridad y estilo El Rondó final mantuvo la toda la hermosura y trasparencia de este concierto que sin ser uno de los más acabados de Beethoven, si en cambio es uno de los más grabados. Marta Zabaleta  hizo gala de esas virtudes que la han hecho célebre en todas partes, destacando su extraordinaria  inteligencia  para solventar los pasajes más comprometidos con seguridad y estilo. Con la Sinfonía beethoveniana Dorian Wilson hizo rendir al máximo a una formación que ya de por sí funciona a pleno rendimiento y obtuvo de ella momentos sobrecogedores como la maravillosa marcha fúnebre que tiene su homónima en la escuchada en primer lugar Obertura Coriolano . Su gestualidad diáfana, plena de significado, en la que la mano izquierda matizó cada pasaje, cada frase, cada variación del tempo, dando las entradas precisas a cada instrumento o grupo y marcando con puntillosidad y energía con la derecha los bruscos contrastes del discurso hasta lograr una de las versiones más trasparentes y comunicativas escuchadas. En especial de una sinfonía tan interpretada, grabada y escuchada como es la Heroica . Las muestras de admiración del respetable hizo que Wilson ofreciera todavía dos propinas: la obertura de las Bodas de Fígaro y el lírico interludio de Caballería Rusticana ,  que fueron leídas en la misma línea de diafanidad que las anteriores. Un inolvidable concierto con un director de los que no abundan.

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