Berganza: «Cantar en un escenario sola es terrible, te sientes desnuda»

Hablar hoy día de Teresa Berganza es decir la máxima expresión del arte lírico hecho voz. Durante más de 45 años la mezzosoprano madrileña ha sido el mayor exponente de la belleza y la elegancia sobre un escenario con un temperamento y a una entrega únicas. Para esta madrileña castiza el canto es algo más que emitir bonitos sonidos o gorgoritos deslumbrantes. Para Teresa el canto es un estado de ánimo, un modo de vivir, un acto de humildad para poder trasmitir aquello que el compositor ha escrito y dárselo a los demás. Sin adulteraciones, sin cortes, en una palabra con el máximo respeto. Una muestra más, una de las muchas que nos ha brindado a los leoneses en su larga y fructífera carrera, la tendremos esta noche a las 20.30 horas, en ese Auditorio en el que tanto le gusta cantar porque: «Hay pocos en España que tengan esa sonoridad». Guastavino, Caldara, Gluck, Brahms, Scarlatti, y Piazzola serán algunos de los autores que tomarán vida en la cremosa voz de Teresa, una voz que María Callas siempre elogió y supo ver en ella no sólo a la gran cantante sino también a la extraordinaria actriz que es. Una voz que se lanza sin red por los vericuetos más intricados de la lírica para servir, en ese acto de humildad y amor, al compositor en su integridad, en lo que está escrito, en lo verdadero, sin adulteraciones, sin trucos, ella sola con el piano, con ese instrumento inmisericorde con la voz, que deja al descubierto el más mínimo fallo, la más mínima duda. «Cantar sola con un pianista es terrible y en ese trance te sientes anímicamente desnuda, expuesta a todas las miradas. En un recital vives tantas vidas como canciones interpretas. Después de todo, la representación es de varios, el recital es sólo mío, lo escojo y lo hago como quiero» Para Berganza, «no existe una buena cantante sin un buen maestro. Sin una Elvira de Hidalgo no hubiera habido una Callas», declara; a lo que podemos añadir, sin una Lola Rodríguez de Aragón ¿habría habido un Teresa Berganza?. Tal vez, pero lo que aquella sin par maestra legó a la joven madrileña fue algo más que escuela de canto, fue la esencia de la vida. A propósito de su maetra «El lazo entre Lola Rodríguez de Aragón, alumna de Elisabeth Schumann y yo, era fuerte y profundo, más que entre madre e hija, nos dice Berganza, y por sorprendente que parezca, mi maestra sabía de mí más que mi madre, porque conocía mi lado artístico, ese lado oscuro, interior, misterioso que nadie más conoce. Sin una buena maestra corres el riesgo de arruinar no sólo una voz sino toda la vida de una artista. Sin embargo, hay mucha gente, incluyendo pianistas, que se establecen como maestros de canto sin tener la experiencia necesaria. Tuve suerte al encontrar una que entendió mi voz y mi personalidad y me preparó adecuadamente. Con ella aprendí todos mis papeles y canciones y seguimos trabajando juntas hasta su muerte en 1984. Cuando me encontraba con un problema vocal, como perder la calidad de un cierto sonido, ella invariablemente sabía solucionarlo». Lugar: Auditorio Ciudad de León. Hora: 20.30. Entradas: 18 euros (platea) y 12 euros (anfiteatro).