«Sería importante saber quién es quién en el Panteón Real»

Hombre entrañable y cercano, doctor en humildad y sabio en historia, aprovecha su bien ganada jubilación en seguir estudiando. Nunca es suficiente. Ahora lee poesía, a Crémer, Gamoneda y Nora. Y, por supuesto, la historia de León, que, como él dice, «nunca se acaba». El abad emérito de San Isidoro recibirá el día de la Constitución la Medalla de Oro de la Provincia. Confiesa que no se lo esperaba. -¿Recuerda la primera vez que vio San Isidoro? -Sí, a los siete años. -¿Y qué impresión le causó? -Quedé admirado. Fue la primera vez que oí un órgano, que, según me había dicho mi padre, era el rey de los instrumentos. -¿Cuándo decidió hacerse sacerdote? -Ya nací convencido de que tenía que ser cura. Se me metió en la cabeza. Fui monaguillo a los 6 años. Comencé cuando pude a estudiar latín. Y así hasta la ordenación. -¿Cuántos años tenía? -Tenía 22. Comencé muy pronto y tuvieron que pedir permiso a Roma, porque no podía ordenarme hasta los 24, pero ya había acabado la carrera con 22. -Ha dedicado toda su vida al estudio, ¿ha habido alguna materia a la que no pudiera hincarle el diente? -Sí, muchas. -¿Por ejemplo? -Al chino y al japonés. -¿Y por qué quería estudiar chino y japonés? -No sé, no lo intenté nunca. -¿Le decepcionó el estudio de los huesos del Panteón Real, que no aportó nada que usted no supiera ya? -Ese estudio está pendiente. Pero nos enteramos de muchas cosas, como quiénes eran varones y quiénes mujeres. Y descubrimos el esqueleto de Vermudo III. Habría que hacer un congreso interdisciplinar. -¿Creyó en algún momento que íbamos a conocer la identidad de los 93 cuerpos que yacen en el Panteón Real? -Sí. Y espero conocerlos. No estoy convencido de que hubiera tantos restos. La mitad, seguro que son canónigos. Los franceses sacaron todos los huesos de los sarcófagos y los tiraron a un rincón. Sería importante descubrir quién es quién. -Caja Madrid y la Junta van a restaurar el Panteón Real y la fachada meridional. ¿Quedará San Isidoro con el esplendor que se merece? -Quedará mejor que está. San Isidoro se merece todo el esplendor, pero veremos dónde se llega. El Panteón sólo necesita buenos accesos. Se trata más de organizar el museo, que sólo tiene una escalera a la que no puede acceder la gente mayor ni muy gorda. -Siempre dijo que el gallo de la torre era mágico y acertó... -Claro. Ahora está cantando como nunca: dice de dónde vino y quién es... -¿Cómo ha recibido la noticia de la Medalla de Oro? -Con mucha sorpresa. Me llamó hoy (ayer) el presidente de la Diputación. Yo no sabía nada. No me había imaginado nunca que yo entraba en esa categoría. -¿A qué se dedica un abad emérito? -Depende. Yo, sobre todo, a leer, a estudiar, a escribir y a rezar.