Diario de León

| Entrevista | Ricardo Bermejo |

«Vislumbramos que estamos hechos de aquello que nos falta»

Marino durante veinte años, este poeta, que tiene en su haber galardones como el Ateneo Jovellanos o el Gabriel Celaya, afirma que hay siempre «una palabra para cada ocasión»

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E. Gancedo - león
León

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Nació en Fuente de Cantos (Badajoz), en una familia en la que todos sus miembros eran alfareros. Él no siguió la tradición, pero sí se empapó de aquel hablar exacto y prudente, pegado a la realidad de las cosas y los sentires. Después fue marino, viajó por todo el mundo y vivió en sitios dispares. Aprendió árabe. Leyó muchísimo. Y todo ello se ha venido destilando en catorce intensos libros, la mayoría premiados con galardones tan reconocidos como el Ateneo Jovellanos, el Gabriel Celaya o el Gerardo Diego. Con su última obra, Vulnerable a la luz , ha ganado el Antonio González de Lama que convoca el Ayuntamiento de León. -¿Cómo recibió la noticia de la concesión de este premio? -Estas cosas siempre le cogen a uno «in albis», la verdad es que no lo esperas, o por lo menos no en ese momento. Pero es curioso, porque ese día estaba en un acto poético en el que decidí leer, precisamente, el primer poema del libro ganador... -¿Qué le evoca el Premio González de Lama? -Yo diría que es un verdadero clásico. Ya me había presentado otras veces, pero sin éxito. Recuerdo ahora que en otro de los grandes premios de León, la Bienal, estuve a punto de ganar, y hasta me ofrecieron publicar la obra. Aunque las ediciones institucionales parecen estar hoy un poco de capa caída con las luchas de las editoriales, Visor, Hiperión, o Pre-Textos, la verdad es que colecciones como Provincia son serias y me apetece mucho publicar en ella; ahí están Antonio Colinas, Panero, De Villena, Julio Llamazares... -El jurado decidió premiar tu «audacia», lo «arriesgado» de tu lenguaje poético... ¿a qué se referían exactamente? -Bueno, este libro es el último que he escrito, llevaba año y medio más o menos sin escribir, y puede que lo cogiera con más fuerza y clarividencia. Eso del «lenguaje arriesgado» es idéntico a lo que dijo el jurado del Gerardo Diego... creo que es algo espontáneo en mí. No soy nada académico, no me dedico a esto profesionalmente, fui marino durante veinte años y estudié árabe en Madrid, Marruecos y Túnez. También he vivido en muchos sitios, Galicia, Madrid, Canarias, Cádiz...Te digo esto porque yo lo que hago es hacer uso de lo que conozco, de todas las palabras que he aprendido. No creo que haya palabras feas o soeces, cada palabra tiene su misión. Y si empleo palabras audaces, o difíciles, pues es porque hay que matizar mucho, porque para eso está el lenguaje, que es riquísimo, y con el que se puede decir -realmente- lo que uno quiere decir. Y si el lector no las conoce, que las busque en el diccionario, que es lo que también hago yo. Cada palabra tiene su contexto, su misión, su ocasión. -También se refirieron a la «ausencia de tópicos» de su poesía... -No sé hasta qué punto puede ser peyorativa la palabra tópico. La mejor definición que he encontrado es la de Ortega y Gasset, que decía que lo contrario de un tópico sería «una idea». En efecto, una idea es personal, pero si se amplía tiende a convertirse en un tópico. De todas formas, lo que creo es que hay muchas palabras, y muchas palabras distintas, y que lo bueno es emplearlas, en poesía, con voluntad de hacer poesía, no porque sí, porque el burro toque la flauta, sino «a drede», con constancia y con esfuerzo. -¿Cuáles son los temas principales de 'Vulnerable a la luz'? -A pesar de lo que pudiera pensarse con la lectura del título, no tiene nada que ver con la fotofobia, sino con el hecho de que todos los seres vivos nos vemos afectados por la luz, unos la necesitan más, otros menos, pero todos se ven necesitados o atravesados por ella. La luz, a veces muestra, a veces oculta. La utilizo como metáfora del pensamiento, de fogonazo de sentido, y reflexiono sobre la palabra en sí misma, fuente de entendimiento, de comunicación... el libro es coral en cuanto a temas, pero sin que se noten las voces. -¿Qué es lo que le mueve a escribir poesía? -No lo sé, no tengo ni idea, es una incertidumbre sobre lo que hacemos que creo que afecta a muchos de nosotros. Simplemente lo hago, tengo una voluntad decidida de escribir. La verdad es que no se me da muy bien hablar de esto, prefiero decirlo poéticamente, eso es lo que hago en versos que contienen palabras como éstas: «¿Qué es ese acordeón que no sabes tocar y al que te abrazas?». O «vislumbramos que estamos hechos de aquello que nos falta». O, por ejemplo, tengo un poema sobre la Guerra Civil que se titula El año que llovió todas las noches . No sé, también se ha dicho que la poesía es «una fuerza moral contra el destino»... el caso es que el ser humano siempre tiende a una búsqueda profunda, más profunda de lo que habitualmente cree. La poesía, quizá, sea sólo un aprendizaje. -¿Crecen los lectores al mismo ritmo que las ediciones de libros de poesía? -Por supuesto que no. Apenas se lee poesía porque no tiene casi público. Además, se edita mucho y no siempre de manera afortunada. Creo que es un poco como los documentales de La 2, todos dicen que los ven, pero ¡ahí están los índices de audiencia!

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