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Escritor

«En los bares de León hay personajes de Pereira, Shakespeare y Tarantino»

Gana el Premio de Novela de la Fundación UCM por «Las perlas del loco Ventura», la historia de un demente que se cree Jesucristo y predica su buena nueva en el Casa Benito

Jesús

Publicado por
E. Gancedo - león
León

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Luis Artigue es un buen ejemplo de que la literatura leonesa, esa que los críticos califican de marcada por la oralidad y que plasma una realidad sublimada hasta extremos fantásticos, no es sólo algo propio de otras generaciones y de otras experiencias. Acaba de ganar el Premio de Novela de la Fundación UCM (en el jurado, gente como Rosa Regás o Andrés Sorel) por Las perlas del loco Ventura , insólito evangelio apócrifo de un nuevo jesucristo leonés que frecuenta el Casa Benito. -¿Quién es, en realidad, el loco Ventura? -Pues un trastornado que se cree Jesucristo y que va por los bares de León contando cuentos fantásticos a cambio de una cerveza. -No parece algo muy beatífico... ¿Está basado en alguna persona real? -Mmm... es la mezcla de muchos personajes reales. Antonio Pereira suele decir que los cuentos, antes que para ser leídos, son para ser contados. Yo creo que los bares de León forman un micromundo muy especial, muy apto para la literatura fantástica. En ellos, en lo que se cuenta en ellos, hay un sustrato de verdad, pero con gran parte de épica. -¿De dónde sale el loco? -En realidad era un viajante que descubre a su mujer con otro, se trastorna y le internan en Santa Isabel. Una noche se escapa y decide fundar una nueva religión escribiendo sus evangelios en servilletas de papel. Se le puede encontrar en el Casa Benito los sábados por la noche. -Creo que, además, sufre varios percances durante su predicación. -Un derrame, por ejemplo. Lo describe como una «tormenta eléctrica» desatada en su propio cerebro. -¿Cuál es la «buena nueva» que nos viene a traer el loco Ventura? -Básicamente, que lo único que puede aliviar lo tedioso, lo aburrido, lo plano de la vida, es la imaginación, esa es la buena nueva que viene a traernos. Ten en cuenta que este libro está caracterizado por una «narrativa discontinua», en la que se dejan algunos huecos por el bien de la intuición. Más que literatura fantástica, yo diría que el libro hace un subrayado fantástico de la realidad. La verdadera fantasía sucede todos los días; es meramente una cuestión de óptica. -¿Y hace milagros? -Hace milagros, es curandero, impone las manos... y es que el clero se ha apropiado de la imaginación y la ha llamado teología. Lo que predica el loco Ventura es lo que podríamos llamar una «fe no normativa». De sus enseñanzas se deduce una idea muy avanzada del mundo: es necesario un poco de locura para no ahogarnos en la normalidad. -También hablará en parábolas, como buen mesías... -Sí, y esas parabólas son precisamente los cuentos que el lector puede leer en este libro. Uno de ellos, Parábola del propietario , habla de un paisano que un día se encuentra con que en su frigorífico vive una raza de pequeños esquimales que le adoran como a su dios... -¿Tiene Ventura algún otro medio de atraer a los posibles fieles? -Suele poner carteles a la puerta del bar con algunos lemas irresistibles; por ejemplo, «¿A qué sabe el cianuro?, si quiere saberlo indirectamente, pase y escuche». O «¿quieren saber la historia del hombre que hizo el amor con su hermana en un ascensor forrado de espejos y vivió para contarlo?» -¿Se considera un buen representante de eso tan traído y llevado de «literatura leonesa»? -Sí, porque creo que su rasgo más característico es la universalidad. Desde cualquier bar de León se llega a vislumbrar todo el mundo. En los bares leoneses hay personajes de Pereira, sí, pero también de Shakespeare, de Edgar Allan Poe y de Quentin Tarantino. Y hasta travestis de Almodóvar. Luego está eso que llaman oralidad; la oralidad no tiene que ver con el lector, sino con el género: la oralidad es consustancial al cuento. Lo primero es el cuento contado. Luego, siempre habrá un escritor para elaborarlo y ponerlo por escrito. Lo que hacemos los escritores es más bien reconstruir. Imaginar es regresar, reconstruir. -¿Qué ha pretendido, en realidad, con esta obra? -Lo que he querido ha sido devolverle a la literatura todo lo que ha hecho por mí. Con respecto a la literatura, siempre me he sentido «contribuyente» de ella en el sentido más amplio de esta palabra. La literatura, tanto en mi dimensión de escritor como en la de lector, ha hecho de mí una persona feliz y realizada. Y esto no lo escucharás muy a menudo. En cuanto a este último premio, para mí ha sido, a la vez, recompensa y trampolín. -En octubre ganó el Premio de la Academía de Poesía; pero también tiene el Esquío, el Eugenio de Nora y otros más... ¿Piensa dar el «salto» a Madrid? -He reflexionado sobre eso y creo que, ahora mismo, estoy en un momento de mi vida buenísimo; no quiero los riesgos que implica esa marcha. Sólo quiero mejorar. Si me fuera a Madrid sería, quizás, para ganar más dinero, pero no para ser más feliz. Yo no tengo un proyecto literario, tengo un proyecto espiritual, vital, tiene que ver con una forma de ver el mundo, con una pasión... si abandono ese mundo al que quiero, mi familia, mis amigos; me diluiría. Y yo no quiero que se diluya nada, ¡quiero que se intensifique todo! -¿Cuándo podremos leer las «perlas» del loco Ventura? -En la próxima primavera lo publicará la Editorial Edaf con 3.000 ejemplares para España e Hispanoamérica. Estoy encantado. Escribir novelas es para mí como quien participa en las batallas de su tiempo.

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