Diario de León

La falta de un drenaje adecuado y la chapuza en las cubiertas inundan de agua la joya mozárabe

La bóveda de San Miguel podría desplomarse en cualquier momento

Trabajadores de la última rehabilitación denuncian que Geocisa «se llevó dinero» y no les pagó

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E. Gancedo - león
León

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¿Alguien se imagina que un día, de repente, se hundiera el suelo de la iglesia ovetense de Santa María del Naranco? ¿O que los techos de San Pablo de Valladolid aparecieran cuarteados de grietas? ¿O que en torno al santuario de Santo Toribio de Liébana no hubiese baños públicos, un aparcamiento decente o unas dotaciones turísticas cuando menos, dignas? Pues bien, no todos estos monumentos aparecen en los libros de texto y en los manuales que muestran el arte imprescindible; el monasterio mozárabe de San Miguel de Escalada, leonés, del siglo X, sí. El viernes se hundía la débil capa de cemento que cubría el suelo desde la última rehabilitación de la Junta, desplomándose una de las aras (a punto estuvo de romperse), pero ayer aparecían en la misma bóveda del templo tres grandes y preocupantes grietas que simbolizan en sí mismas la inexplicable dejadez que desde hace décadas sufre el monasterio y ponen de relieve la extraordinaria chapuza que supuso la última restauración. Así lo dan a entender, y con toda claridad, los miembros de la asociación de defensa del patrimonio leonés Promonumenta, que ayer volvieron a San Miguel de Escalada para comprobar el estado del templo, declarado Monumento Nacional por la reina María Cristina en 1886. Su presidente, Agustín Suárez, explicó que el agua viene fundamentalmente de dos lugares: del talud próximo y del prado que está a la cabecera: a pesar de los 318.536 euros que costó la última intervención, «no se proporcionó al monasterio de un drenaje adecuado, algo que es básico para cualquier edificio», por lo que el agua «se filtra y agrieta y amenaza las bases de San Miguel de Escalada». Pero además, al no haberse arreglado bien las cubiertas, el agua de lluvia «las traspasa, empapa la piedra y el peso puede hundir los techos en cualquier momento», apuntó Suárez. Tras la caída de dos gárgolas de la Catedral, éste está siendo un «mes negro» que, ante todo, está poniendo en evidencia la incompetencia de quienes tienen la responsabilidad sobre el patrimonio.

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