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El erudito recomienda una labor de vigilancia constante y la construcción de un buen sistema de drenaje

Aroca: «Las últimas obras de San Miguel se hicieron con planos llenos de errores»

El decano del Colegio de Arquitectos de Madrid realizó en los ochenta la restauración del monasterio

El decano del Colegio de Arquitectos, Ricardo Aroca, realizó la rehabilitación de los ochenta

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Cristina Fanjul - león
León

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El decano del colegio de arquitectos de Madrid, Ricardo Aroca, fue el responsable de la restauración que se acometió en San Miguel de Escalada hace 25 años. Aroca, uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo, ha manifestado que en edificios como San Miguel es imprescindible mantener una vigilancia constante, como mínimo cada cuatro años, que conlleve la ejecución de fotometrías de precisión para captar los movimientos del edificio y, sobre todo, a qué velocidad se mueve. Ricardo Aroca, que casualmente estuvo en León el fin de semana pasado (momento en el que se conoció la noticia del hundimiento del suelo del ábside con la consiguiente caída del ara visigótica), ha manifestado que muchos de los problemas del monasterio proceden de actuaciones anteriores. «Cuando pusimos en marcha la restauración nos dimos cuenta de algo curioso: los planos que habían manejado los anteriores equipos de rehabilitación tenían errores geométricos en algunos casos superiores a cincuenta centímetros», destaca el arquitecto, que añade que nadie había comprobado esas medidas. El decano del Colegio de Arquitectos recuerda que a él llamaron con mucha urgencia en una situación en la que, principalmente a causa de unas excavaciones, se había producido la caída del edificio hacia el sur. «Lo que nosotros hicimos fue liberar la torre del muro norte, que tenía una acumulación de tierra que empujaba el monasterio», explica. Además, Ricardo Aroca especifica que el proyecto de su estudio incluía una labor de drenaje, que el experto considera imperativa para la conservación del templo. «También recuerdo que arreglamos las cubiertas, pusimos una nueva en el porche y la dotamos de rigidez», describe, asegurando que ellos dejaron el cenobio derecho. Aunque prefiere no ser alarmista, Ricardo Aroca aconseja tocar el edificio «lo menos posible», y destaca que San Miguel siempre ha tenido problemas de cimentación. «A la hora de excavar se descubrió que no había tanto hormigón como se decía en la documentación», dice. Además, manifiesta que el peso que la ladera ejerce sobre el cenobio no va a desaparecer y explica que, para salvar este problema, el porche del monasterio tiene una triangulación que siempre ha hecho las veces de viga. «Lo más importante es, sin duda, mantener esa vigilancia constante y controlar el problema de los flujos de agua», precisa Aroca, que lamenta el hecho de que el ara que se cayó el pasado miércoles no tuviera una cimentación propia, hecho que provocó el siniestro. «Lo que hay que tener en cuenta es que monumentos como San Miguel sólo hay uno, con lo que no habría que dejar de inspeccionarlo», recomienda. Pleno en las Cortes La consejera de Cultura, Silvia Clemente, manifestó ayer en el Pleno de las Cortes de Fuensaldaña que los técnicos de la Junta trabajan en estos momentos en el análisis de las causas por las que el suelo del ábside sur de San Miguel de Escalada se hundió el pasado miércoles provocando la caída de un ara visigótica. La consejera, en respuesta a una pregunta del procurador José María Rodríguez de Francisco, quiso dejar claro que la bóveda del templo no corre peligro y que se pondrá en marcha un estudio que evite que se vuelvan a producir siniestros como el de la semana pasada. El delegado de la Junta, Eduardo Fernández, manifestaba el martes que gran parte del suelo del templo ya se había levantado y que, una vez que esta obra hubiera finalizado, se cerraría el monasterio a los visitantes durante diez días con el fin de instalar una base nueva y restituir las aras, que en estos momentos descansan en la nave aneja al templo. Los técnicos trabajan en un proyecto para eliminar las humedades y han asegurado que las grietas no suponen un peligro para su estructura.