De tripas hacia afuera

En su emblemática obra Rizoma , Deleuze y Guattari enfrentan la raíz al rizoma. Con ello invocan las diferencias entre el estatismo de un mundo que se controla mejor con la facilidad que ofrece la permanencia y el hecho de estar siempre en medio, entre las cosas. Éstos son los parámetros que permiten tener ideas cortas y no ser ni uno ni múltiple, sino multiplicidades. Ésta podría ser una muy escueta síntesis de la tesis central del libro, de la agudeza y las profundas repercusiones sociales de su planteamiento. Bruno Marcos presenta su instalación Raíz dentro de los «espacios inventados» que auspicia Carlos de la Varga desde Tráfico de Arte. Para poder mostrar la raíz, el árbol aparece como objeto escultórico, generando con ello una doble exposición: la que tiene que ver con la propia exhibición, la puesta en evidencia del interior, que con su descarnada imagen acaba por cuestionar, por puro exceso de presencia, el misterio de lo oculto. En un segundo momento, este mismo proceso acaba convertido en materia artística, lo que redunda aún más en ese aspecto de exhibición, en algo que por su naturaleza permanece oculto. Podríamos concluir que el artista rentabiliza las cualidades intrínsecas de lo artístico en cuanto al hecho expositivo y que lo implica como ejercicio de mostración para hacer más hincapié en su intención de desnudar el misterio oculto de la raíz. En último extremo, el hecho paradójico de tomar la raíz como elemento desde el que cuestiona las capacidades auráticas que genera su ocultación y presentarla como objeto artístico sin ser intervenida su naturaleza, ¿no propone el punto de partida de un planteamiento rizomático que nace desde la propia idea de raíz? El registro de cuestiones que tienen profundas implicaciones personales, mostradas con una dosis de ironía, están en la base de los vídeos que bajo el título de Deadline presenta Bruno Marcos en una exposición contigua al «espacio inventado 13». En Las preguntas transforma los títulos de crédito de una película en la imagen de los temas que todas las historias que nos narra el cine dejan abiertos, elevados en esta ocasión a las cuestiones trascendentales de la condición humana (¿cuánto viviré?). Todas ellas conviven irónicamente con la «banalidad» de personajes y canciones de una historia que nunca existió. Ciclo y Mi padre convierten en material artístico la vinculación afectiva y la manera en que es vivido por el artista el crecimiento de la figura paterna y de la vida que está por llegar. Horario: de lunes a viernes de 12.00 a 14.00 y de 19.00 a 21.00, sábados y domingos de 12.00 a 14.00. Calle Conde Luna, 6.