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Saramago: «El triunfo no ha sido para mí un objetivo»

El Nobel portugués habla sobre su obra más personal: «Las pequeñas memorias»

El escritor luso José Saramago, en una imagen de archivo

Publicado por
Ana Mendoza - madrid
León

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José Saramago ha sido muchas cosas en su vida, desde cerrajero mecánico hasta periodista, editor y escritor, y en cada época ha procurado desarrollar su trabajo de la mejor forma que sabía y podía. Nunca fue «una persona ambiciosa», dice él mismo. «El triunfo nunca ha sido un objetivo para mí», asegura el escritor sobre su nuevo libro, Las pequeñas memorias , tituladas así porque reúne los recuerdos de cuando era pequeño y, también, por su extensión: apenas 180 páginas en las que sólo está «lo esencial». No hay adornos innecesarios. Saramago se crió en un entorno familiar lleno de privaciones. Poco hacía presagiar que acabaría siendo escritor, y ésa es, en su opinión, una prueba de que el ambiente «no lo es todo. Uno lleva dentro su propia capacidad de resistir, su personalidad». Tardó tiempo en encontrar su camino como escritor, pero al final lo logró. Empezó a publicar a los 25 años ( Tierra de pecado ), estuvo luego «casi veinte años sin escribir nada» porque «no tenía muchas cosas que valiera la pena decir», y entre 1966 y 1977 publicó algunos libros de poemas y crónicas, «nada importante», señala. Tras Manual de pintura y caligrafía (1977), llegaría en 1980 el que el escritor considera su primer «libro importante»: Levantado del suelo , y luego vendrían Memorial del convento (1982), La muerte de Ricardo Reis (1984) y todas esas otras novelas que, en el 98, le harían merecedor del Premio Nobel de Literatura. Cuando publicó Memorial del convento tenía sesenta años y Saramago sabe que más de uno puede preguntarse qué es lo que estuvo haciendo «durante todo ese tiempo de antes. Sencillamente eso: viviendo, hasta que llegó el momento en que algo que yo llevaba dentro tenía que manifestarse». «Puede que no sea un buen ejemplo de muchas otras cosas, pero creo que en esto soy un ejemplo muy bueno: entre los 60 y los 84 años he hecho una obra. Por tanto, ¡ojo con los viejos, que son capaces de hacer cosas que los jóvenes no hacen a veces!», afirma el escritor de Azinhaga.